POR EL SUR DE CHILE: SAN JUAN DE LA COSTA
Tierra de Mapuches Huilliche, habitada también por descendientes de alemanes, San Juan de la Costa es una zona de descanso que cada día se consolida más.
Tierra de Mapuches Huilliche, habitada también por descendientes de alemanes, San Juan de la Costa es una zona de descanso que cada día se consolida más.
Escribe @kettycadillo
Tierra de Mapuches Huilliche, habitada hoy también por descendientes de alemanes, San Juan de la Costa es una zona de descanso al sur de Chile que cada día se consolida más. Es dueña de una geografía privilegiada: playas amplias, arena fina que se mezcla con montañas verdes y el lugar ideal en invierno si se busca la soledad del mar y la vida lenta de los pueblos pesqueros. En verano, hay fiesta, sol y aguas frías que refrescan.
Desde el aeropuerto de Puerto Montt, pasando por la capital de la provincia de Osorno, se llega a San Juan de la Costa, zona rica en historia y en naturaleza, donde la tierra se mezcla con el mar y presenta paisajes poco conocidos, alejados de aquellas rutas tradicionales que nos suelen vender como el “sur de Chile”.
El auto transita por una carretera que nos lleva de las montañas al mar, sorprende la vegetación del lugar: bosques de pino, algunos de eucalipto y plantas endémicas conforman un panorama bucólico que de pronto se abre al océano Pacífico, un litoral en el que destacan los balnearios de Pucatrihue, Maicolpué, el puerto de Bahía Mansa, las playas de Trill Trill y Caleta Manzano. Luego de una hora y pico desde Osorno (casi dos desde Puerto Montt), San Juan de la Costa se convierte en una experiencia inolvidable, plagada cuentos mágicas, como el Morro de la Virgen, y alimentada de casitas de madera enclavadas, como lunares de colores, entre el verde de las montañas.
DEL MAR A LA MESA
Aunque suene trillado, esto sucede literalmente en San Juan de la costa. Nuestra primera parada es una pequeña fonda en la que Guido Carvallo y su esposa Bernarda Díaz, han apostado todo. Ahí, amablemente, nuestros anfitriones nos enseñan a preparar una paila marina, mientras no vemos la hora de probarla. Esta sopa capaz de resucitar a un muerto, se cocina a base de locos, mejillones, almejas, navajuela, lapas, camarón y carne de cerdo ahumada. Una vez sobre la mesa, desaparece en segundos.
Aquí también probamos por primera vez el pebre, una especie de zarza que acompaña las comidas (como nuestra criolla) y que esta vez está hecha en base a un alga llamada cochayuyo. No, no tiene nada que ver con el alga que nosotros conocemos con el mismo nombre, esta es más gruesa y grande. Luego nos damos cuenta de que el pebre, así como la sopaipilla –suerte de pequeño pan frito en aceite o manteca y de textura suave- son un complemento indispensable en todas las mesas del sur de Chile.
Como si el almuerzo hubiese sido poco, viene La Gloria, local que tiene la mejor terraza de la zona. Los rumores de que en este lugar se preparaba el mejor el cebiche de salmón de la zona, encendieron nuestros pasos. Con la fuente en la mesa y tras el primer bocado notamos que la preparación es a la antigua: bien bien cocido. Quizá demasiado para nuestro gusto.
Avanzando por la playa, llegamos a Bahía Mansa, donde los pescadores de centolla de la zona se hacen a la mar. Ahí en medio de algunos quioscos de apariencia abandonada, está el puesto de Cristina Gaete llamado TitoMin. ¿Su especialidad? Empanadas de mariscos y queso. Mientras nos da a probar las últimas que le quedan a esa hora de la tarde, Cristina cuenta que vende en promedio unas 400 al día durante verano, y la llegan a buscar de todas las playas colindantes.
LA CASA EN LA PRADERA
Con la barriga llena y luego de una charla de nuestro anfitrión Carlos Aedo, representante de Sernatur (Servicio Nacional de Turismo de Chile), quien nos dejó en manos de Rodrigo Angulo, nuestro más que chofer, un súper guía, llegamos a Altos de Pichimallay Lodge, un lugar con una vista privilegiada desde donde se ve cómo el azul del mar se encuentra con el verde de las montañas en todo su esplendor. Sin duda una vista inolvidable.
Construida completamente en madera, como todas casas del lugar, la posada solo tiene seis habitaciones con baño compartido. Las camas son cómodas y en todos los rincones se respira a hogar. Durante en verano también ofrecen espacios para acampar. Aquí, dentro de la casa, junto a la chimenea o la cocina a leña que está encendida todo el día, hace un calorcito que arrulla e invita al descanso y a desconectar.
En esta parte de Chile oscurece tarde y, a pesar de que todavía hay algo de luz, nuestro cuerpo sabe que ya va siendo hora de dormir…afuera llueve y las gotas golpean fuerte la ventana de la habitación. Nos gusta ese sonido, nos arropa mientras los ojos se cierran. Este recorrido por el sur de Chile recién comienza, un viaje que nos llevará a una Región de los Lagos poco conocida y que les iremos develando poco a poco.
LOS DATOS
Lo suyo es un espacio donde un cocinero de ascendencia japonesa echa mano de sus recuerdos, viajes, insumos locales e investigaciones.
Leer másMaido’s recent Tasting menu is a universe where Micha and his team
combine nikkei to amazonic dishes.
Conversamos con Rafael Bayona, joven chef y representante peruano en el S.Pellegrino Young Chef Academy 2024-25 para la final regional de Latinoamérica y países del Caribe.
Leer más