MANIFIESTO PARA COMPARTIR
Giacomo Bocchio, de Manifiesto, explora el concepto de ‘sharing food’, en el que parece haber encontrado el gusto y la comodidad.
Giacomo Bocchio, de Manifiesto, explora el concepto de ‘sharing food’, en el que parece haber encontrado el gusto y la comodidad.
Escribe Marissa Chiappe (@marissachiappe)
Giacomo Bocchio, a su corta edad, tiene ya un largo recorrido por diferentes estilos de comida y cocinas. Pero es en el concepto de ‘sharing food’ en el que parece haber encontrado el gusto y la comodidad. Porciones para compartir en pareja, amigos y platos divertidos para disfrutar, más que para pensar.
Llego temprano a la cita. La decoración indica que atrás quedó la cocina molecular y la reinvención de los platos moqueguanos de complicada confección. Giacomo está creciendo a pasos agigantados con proyectos nuevos, libros, propuestas gastronómicas aquí y fuera, pero su corazón está en Manifiesto y esta vez lo vuelve a reinventar, como lo hacen la gente, acercándose más a su verdadera personalidad. Si bien la propuesta es bastante relajada, Giacomo no deja de investigar, revalorar ingredientes e innovar con técnicas, pero ahora lo hace desde otro espacio: su taller, compuesto por una cocina donde los experimentos se realizan, una completa biblioteca culinaria y una gran mesa, en donde sirve menús degustación a grupos (con previa reservación) con propuestas más elaboradas que bien valen una nueva incursión al local.
COMPARTIENDO SE DISFRUTA MEJOR
Si bien es una cuestión de tendencia, el sharing food o comida para compartir es una de las formas más agradables de comer. No hay hastío, se pueden probar varias cosas, se presta para romper hielos incómodos y para que la conversación siempre termine en lo que estamos disfrutando en complicidad.
La carta está separada por tipos de carnes, vegetales y postres, es escueta pero suficiente. Se dejan ver sus influencias italianas con el vitello tonnato muy bien logrado o los polpetone de mozzarella y ragú, unas albóndigas rellenas de queso derretido y salsa de tomate. También hay opciones con mucha influencia oriental, como los buns de cha siu. Una masa de pan al vapor, parecida al minpao, rellena con una bondiola de cerdo, muy suave, cocida al horno con toques especiados, acompañada de pepino, cocona y nabo encurtido.
El satay de pollo (o brochetas de pollo sazonadas al maní) tiene el toque personal de Bocchio, que las acompaña con una salsa estilo Tzatziki de coco. Los spring rolls son de pato, hechos con pierna confitada por seis horas: se deshace en la boca y tiene todos esos aromas chiferos que tanto gustan. Las alitas BBQ andinas están hechas con ají panca y a la leña y no duran más que unos minutos en el plato. Para los vegetarianos hay una sección especial con un buen pastel de choclo, spring rolls de vegetales, hummus, carpaccio de legumbres grilladas y una ensalada tibia de lentejas, una menestra no valorada que Giacomo prepara muy bien al curry con toques de maracuyá y culantro.
DULCE FINAL
Lo bueno de estas propuestas para compartir es que siempre hay posibilidad de postre. Prepara un triffle de fresas y queso, que más bien es un cheesecake de construido, con la galleta molida sin aplastar, fresas al balsámico y una crema de queso que podría haber sido un poco más ligera. Hay helados artesanales, si buscan algo menos contundente. Aunque si son golosos empedernidos, opten por la torta de chocolate y manjar de plátano. La propuesta gusta, sobre todo por la noche, y la pueden acompañar con un buen cóctel para cerrar. Para informes y reservas consulten en Manifiesto.
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