4 PARA COMER RICO EN SANTIAGO
¿Qué no hay donde comer bien en Santiago de Chile? Nada más falso. Y lo comprobamos ahora que estuvimos allá. La cosa es encontrar el lugar indicado.
¿Qué no hay donde comer bien en Santiago de Chile? Nada más falso. Y lo comprobamos ahora que estuvimos allá. La cosa es encontrar el lugar indicado.
Escribe Paola Miglio / Twitter: @paolamiglio / Instagram: pmiglio
¿Qué no hay donde comer bien en Santiago de Chile? Nada más falso. Y lo comprobamos ahora que estuvimos allá. La cosa es encontrar el lugar indicado. Esta vez paseamos por cuatro espacios con estilos distintos pero el alma en común: el insumo y las tradiciones chilenas son las que mandan. No fuimos a más porque ya no nos dio la panza, sabrán comprender.
Naoki
Comida japonesa en Santiago, y un chef que se las trae. Marcos Baeza plantea en Naoki (www.naoki.cl) una propuesta sin remilgos, sencilla y elegante, en la que incorpora insumos locales. Por ejemplo, hay gyozas rellenas de cochayuyo (alga) y papaya chilena (parecida a nuestra arequipeña), rolls de loco o de salmón, erizos y almejas, y delicados postres a cargo de la pastelera Camila Fiol. Nos tocaron unas paletas heladas de fruta que estaban divinas.
Liguria
No hay lugar más cool en Santiago que el Liguria (www.liguria.cl). Su dueño, Marcelo Cicali, ha logrado crear “el bar de toda la vida”. De donde venga, quien aterriza por ahí se siente en casa, cercano, amigo. Sus sánguches de pescados frito son memorables, su plateada asada al horno es para no parar y nos chupamos los dedos luego de comer el costillar de cerdo a la criolla. Hay dos locales, pero el original es el de la Av. Providencia. No se van a querer ir.
Peumayén
Juan Manuel Pena es un argentino apasionado por los insumos chilenos, que conoce como la palma de su mano. Incluso los mismo chilenos aseguran que Pena sabe más que ellos. Peumayén (www.peumayenchile.cl) es su pintoresco restaurante, donde los trabaja, los recrea y reinventa. Recupera así una parte de la tradición local dejada de lado. Más que un restaurante, Peumayén es un proyecto de cocina ancestral. Salimos encantados, porque encima nos atendió el mejor mesero del mundo. Ah, si van al menú degustación mejor que sea una cena temprana, hay harta carne (de caballo e interiores) y lo van a disfrutar más; y atención a la canasta de panes, hay uno de plátano y otro achicharronado que son notables.
La Fuente Alemana
Birra y sánguches. Siéntense en la barra, sonríanle a la mesera (pueden parecer serias pero siempre sueltan una sonrisa y son veloces) y entréguense a la desmesura. La Fuente Alemana (Av. Libertador Bernardo O´Higgins 58) es una oda a la glotonería y empacho. Salimos sin poder respirar del gozo y tuvimos que caminar varias cuadras para que se nos pase. No hay medida en palta y mayonesa para los sánguches. Hay hot dogs, lomito y una hamburguesa de lomo y cerdo cocinada a la perfección, solo por citar algunos. El pan es casero y la cerveza de la casa. Nada más se les puede pedir.
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