FREJOL COLADO: ESTA ES LA RECETA QUE SE PREPARA EN CASA POR SEMANA SANTA
Para esta Pascua, una receta familiar de un dulce de olla casero. Una tradición que se origina en los monasterios de la época virreinal.
Para esta Pascua, una receta familiar de un dulce de olla casero. Una tradición que se origina en los monasterios de la época virreinal.
Texto y receta Paola Miglio (IG @paola.miglio)
En casa se come frejol colado desde siempre. No se compra nunca, se hace moviendo la olla, con frejol canario, para que el dulce quede bronceado y de sabor delicado. Esta es la receta según la hacía mi abuela Inés.
Mi abuela Inés arrancaba la faena desde el remojo de las menestras, en su versión siempre canario, y culminaba en el momento de verter el contenido en una fuente de vidrio y en latas recicladas de café instantáneo. La fuente se quedaba en casa, las latas se iban para Ayacucho, en un intercambio entrañable que hacía con Agustina, la señora que trabajó durante años con ella cuando la familia vivía en Huamanga. Ella nos mandaba jalea de níspero de palo, receta que aprendió de mi abuelo Armando, y que luego me reveló una tarde de junio en el patio de mi casa, en mi regreso a Ayacucho 30 años después. «No te olvides de pasarle el sedazo», me dijo. Es importante.
Mi tía Inés fue la segunda en la lista de sucesión para encargarse del frejol colado. Mi abuela ya no estaba, Agustina tampoco. Las ausencias en casa se suelen tratar de rellenar con recetas que nos hicieron felices alguna vez. Ahora es mi mamá la encargada. Cada bocado de este frejol colado me trae de vuelta risas queridas, conversas al lado del fogón y cuchareadas a escondidas, bien entrada la noche. Su consistencia densa, nítida, el dulzor justo y la costra de la superficie adornada con grageas y ajonjolí tostado nos abraza siempre en familia, nos alivia un poco la pena y nos saca sonrisas, sobre todo cuando atrapamos a alguien infraganti levantando el paño que lo cubre y entregándose a una parte de nuestra historia.
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