SI ESTÁ EN VEDA, NO LO PIDAS
A propósito de la veda de camarón y de haber visto que algunos actores de la cadena de hostelería comenzaron a hacer caso omiso, acá un recordatorio.
A propósito de la veda de camarón y de haber visto que algunos actores de la cadena de hostelería comenzaron a hacer caso omiso, acá un recordatorio.
Para tenerlo bien claro: ¿Qué es una veda? La prohibición para capturar o extraer un recurso hidrobiológico en un área determinada y por un espacio de tiempo con el fin de proteger la especie y evitar la sobreexplotación. Tienen veda recursos como el camarón de río, la concha negra, el chanque o tolina, el langostino, el perico o dorado, el paiche, la trucha y otros (las especies provenientes de la acuicultura no están sujetas a vedas ni a tallas mínimas).
Cuidar nuestros recursos permite que futuras generaciones puedan consumirlos y evita que depredemos el mar. Una veda no es un capricho, es el resultado de estudios especializados que determinan qué es lo que está en peligro luego del conteo de su población, a qué se le debe dejar respirar. “Hay que cambiar de pesca sostenible a pesca responsable”, anotó recientemente el chef Pedro Miguel Schiaffino en el Foro Océanos Limpios y Productivos del Ministerio de Ambiente. Y parte de esa responsabilidad recae en el consumidor (que solicita y demanda, muchas veces sin control ni consciencia) y en la voluntad de los cocineros de aventurarse a explorar y usar especies poco conocidas, abundantes e igual de deliciosas.
No todo es lenguado y camarón. Las vedas, pensamos, deberían establecerse incluso por períodos más largos de tiempo (años) y combinarse con ejercicios de piscicultura, control ambiental y respeto por las tallas mínimas: los indicadores del tamaño mínimo que debe medir un pez para ser capturado (esto ocurre después que el recurso ya pasó su etapa juvenil y de reproducción, lo que provoca un aumento en la biomasa) establecidos por el Instituto del Mar del Perú. Si bien hemos avanzado en la concientización (ya no es motivo de orgullo encontrar ese huarique donde se pueden comer camarones cuando no se debe), es necesario ser más tajantes aún y visibilizar el problema. Esto está en manos de todos. (Comentario Editorial publicado originalmente en Siete, número 1).
NOTA
Si tienen más interés por saber del tema, también pueden leer los siguientes artículos en El Trinche: Camarón que se duerme, amanece en el Chifa de Tomás Matsufuji y ¿Y las vedas? Nos vamos a quedar sin cebiche por Paola Miglio.
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