KAREN ÁLVAREZ: MUJER DE BARRA
Seguimos con nuestras entrevistas a mujeres de la gastronomía. Hoy es a Karen Álvarez, trujillana semifinalista del World Class. Tremenda garra.
Seguimos con nuestras entrevistas a mujeres de la gastronomía. Hoy es a Karen Álvarez, trujillana semifinalista del World Class. Tremenda garra.
Escribe Melina Bertocchi (Twitter e Instagram @melbertocchi)
Karen Álvarez comenzó a mover las cocteleras cuando tenía 18 años en su Trujillo natal. A los 20 estableció su propia empresa de open bar. Desde entonces, ha participado en diversos concursos a nivel nacional e internacional. Y hoy es la primera mujer que se ubica entre los cinco semi finalistas del World Class.
La suya es una historia de éxito. Pero sobre todo de convicción y entrega. “Cuando uno está seguro de lo que quiere y hacia dónde va, contagia esa energía y las cosas se dan, la gente te ayuda”, me dice Karen cuando comenzamos a conversar. Oposiciones, problemas de logística y prejuicios a los que hacemos frente las mujeres en el medio de servicio, restauración y coctelería; todas las ha vivido y las ha superado con la frente en alto. Por suerte, eso está cambiando y el rol femenino toma cada vez más la importancia que merece.
¿Cómo te iniciaste en este mundo? ¿Siempre la tuviste clara?
Sí, siempre supe que quería dedicarme al servicio, al contacto con el cliente. En un principio estudié Administración de Servicios Turísticos. Mis padres me prometieron regalarme un pasaje para viajar a donde quisiera si quedaba entre los tres primeros puestos. Quedé en tercer lugar y me fui a Estados Unidos a trabajar unos meses. Estuve en el Hotel Hilton y en el Hampton. Al volver, terminé la carrera y trabajé en distintas áreas del turismo: agencias de viaje, oficinas de turismo, como guía, etc. Y cuando apliqué para trabajar en un restaurante, me dieron la oportunidad de practicar en la barra. Ahí me enseñaron lo básico y comencé a conectarme con el tema, a buscar libros, a hacer cursos en Lima.
¿Cómo inicias con el proyecto de tu propia empresa?
Cuando tenía poco más de un año trabajando en la barra, me di cuenta que en Trujillo había necesidad de servicios de coctelería. Me llamaban para que prepare cócteles en casas y para grupos pequeños. Pero al inicio ellos compraban los insumos. Así que pensé, ¿por qué no hacer yo todo eso y ofrecer un servicio completo? Así que me organicé y establecí mi propia empresa, Di Bar. Mi mamá me prestó la plata para arrancar y se la devolví en seis meses. Hoy, luego de varios años, atiendo cuatro o cinco eventos diarios los fines de semana de manera simultánea. Otra satisfacción que he tenido ha sido el reconocimiento durante un concurso de emprendedores. Gané una beca para ir a Estados Unidos y logré un premio al emprendimiento empresarial, otorgada por Nano Guerra, un gran profesional y gurú en temas de emprendimiento empresarial, micro pymes, etc.
¿Cuándo comenzaste a participar en concursos de coctelería? ¿Cuál fue tu primer triunfo?
Hay un evento de espirituosos que se realiza todos los años en Venezuela, y tuve la oportunidad de asistir en 2014 a la ciudad Barquisimeto. En el marco de este evento, organizan un concurso de coctelería que se rige por las normas del IBA (International Bar Association). Aquí se evalúa la técnica, el sabor y la presentación. Decidí participar y gané. Esto me dio el pase al Panamericano de coctelería que se realizaba en México en la ciudad de Guanajuato. Y esta ha sido quizá la experiencia más retadora de mi carrera, porque enfrenté muchas complicaciones. Perdí el vuelo, perdieron mi maleta con los insumos. La cristalería se quebró, así que tuve que reemplazarla por lo que tenían en el hotel, pues tenía que presentar seis cócteles en seis vasos iguales. Todo fueron pruebas desde el minuto uno. Pero las fui superando ¡y gané la competencia!
Se nota que eres muy enfocada. ¿Cómo haces la diferencia en esta profesión?
Si no te enfocas no se puede. Esto viene desde mi niñez, porque fui deportista desde los seis años. Hasta los 16 formé parte del equipo de gimnasia artística de Trujillo y ahí aprendí que si no practicas lo suficiente, te vas de cara frente a todo el mundo. Durante esos años de entrenamiento me fracturé el brazo, me rompí venas. Y todo eso es duro y te enseña. Aprendí a trabajar la disciplina. Por otro lado, mi colegio fue casi militar, no podía tener las uñas largas ni pintadas. Todo eso me ha motivado siempre a concursar.
¿Cómo sientes el tema de ser mujer en este medio tan masculino? ¿Hay prejuicios?
Es un tema delicado y no sé si es algo de idiosincrasia limeña, peruana o en general. Pero muchas veces escucho gente que me ve en un evento y dicen: “Eso pasa porque es mujer o para que sea vea bonito en la foto”. Si un hombre se esfuerza 10, uno se tiene que esforzar 30 veces más. Y que no digan que es porque eres mujer o porque eres guapa. Lo bueno es que soy muy diplomática y no discuto, sobre todo cuando no vale la pena. Hay una bartender estadounidense que sigo mucho y ella dice que el verdadero reto de la mujer hoy es que dejen de preguntarle cuál es el reto. ¿Por qué dividir las categorías en los concursos? Mejor chef femenina, mejor bartender femenina. Eso no debería existir. Todos debemos estar en el mismo nivel.
¿Cómo ha sido el apoyo de tu familia? ¿La experiencia de surgir en esta profesión desde Trujillo?
Mis padres son ambos abogados y aunque me han apoyado siempre, al inicio querían que estudie derecho. No les gustaba la idea de que fuera bartender porque pensaban que era peligroso, el tema del horario, decían que era trabajo de hombre. Pero con el tiempo, el esfuerzo y el resultado económico les demostré que era posible y que valía la pena. Cuando tú te lo crees, los demás se lo creen también.
¿Qué ha sido lo más duro de estos retos durante el World Class?
Lo más complicado ha sido controlar mi entusiasmo, porque tengo tanta energía que se puede confundir con nervios. Me toca controlar eso. Otro gran reto ha sido el hecho de venir a Lima, manejar mis tiempos, porque trabajo en El Boticario en Trujillo y es una logística pedir permiso, dejar a los chicos. Pero todo es superable gracias al apoyo de la gente. Al creer que sí se puede, logro que todos me apoyen. La pista de música par mi presentación me la hace un amigo DJ, las etiquetas de mis botellas las hace un amigo diseñador, la ropa que uso la hace una amiga modista, otra amiga fotógrafa me apoya y normalmente me hace las fotos.
¿Cómo resumirías tu preparación desde el inicio del WC?
Desde que inicié el reto este año, mi horario se resume así: desayuno, practico, hago algunas cosas de la oficina. Luego almuerzo, practico y practico hasta que me toca ir al bar por la tarde; y después si no estoy tan cansada sigo practicando hasta las cinco de la mañana a veces, porque el bar cierra tipo una, máximo dos de la mañana. El sábado es el único día que no practico porque tengo los eventos por las noches, y el domingo practico de nuevo.
¿Qué esperas de la próxima fecha que definirá a los finalistas que irán a Miami? ¿Cuál es tu expectativa?
Me siento bien preparada porque para mí esto comenzó hace un año. Venía para todas las fechas, observaba, tomé cursos con Aaron Díaz, Manuel Cigarróstegui. Conversé mucho con David Romero, con Marcos Valverde que fue uno de los 10 finalistas del primer World Class. Creo que es clave estar lo más preparada posible y no dejar ningún detalle en el aire. Parte del éxito es ser obsesiva con las cosas. Sé que el próximo reto es un pop up bar. Me lo imagino de una manera muy determinante. Este concurso se asemeja en el buen sentido a la guerra. Debes saber en qué momento sacar tus armas y cuánto sacar. No puedes quemar tus cartuchos. Hay que ser estratégico. Más que por el cóctel, ganas es por principios de marketing y por estrategias. Así se gana la guerra.
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