¿DÓNDE NOS QUEDAMOS? MONASTERIO CUSCO: UN HOTEL ENRAIZADO EN LA HISTORIA
Hace 10 años que la cadena Belmond opera uno de los hoteles más lujosos del Cusco, donde la historia dialoga con lo moderno.
Hace 10 años que la cadena Belmond opera uno de los hoteles más lujosos del Cusco, donde la historia dialoga con lo moderno.
Escribe Redacción El Trinche (@eltrinchecom)
Es como un refugio, pero sin estar aislado. Un hotel tan imponente como especial en plena ciudad del Cusco, que acoge y brinda relax, pero que también nos anima a ser curiosos, a disfrutar y cargarse de energía.
Sobre lo que en tiempos prehispánicos fue el Templo Inca Amaru Qhata, rodeando la actual Plazoleta de Nazarenas, en Cusco, se instaló en la época de la Colonia el Seminario de San Antonio Abad y funcionó allí bajo la orden Jesuita hasta que en 1965 el monasterio se mudó. La construcción que data del siglo XV y fue muy dañada por el terremoto de 1650 fue reconstruida, incluyendo la hermosa capilla de estilo barroco andino. Allí mismo, en este imponente monasterio con su patio principal dominado por el único cedro centenario que queda en la ciudad del Cusco, abrió en la década de los setenta un hotel de turistas que con el tiempo fue distinguido como uno de los mejores de la ciudad.
Hace 10 años que el Monasterio pasó a ser parte de la cadena de hoteles de lujo Belmond (antes operaba como Orient-Express), un espacio cargado de historia y que representa por sí mismo un destino cultural por la cantidad de información histórica que resguarda. Desde las habitaciones mismas, que antiguamente eran celdas para los seminaristas a lo largo de sus dos claustros, pasando por restos de paredes incas y coloniales labradas, piezas de arte andino y una amplia colección de cuadros de la Escuela Cusqueña, muchos de ellos originales, que están dispuestos en los ambientes principales y decoran cada rincón del espacioso hotel.
El pórtico de piedra, frente a la acogedora Plazoleta de Nazarenas, marca el ingreso a este hotel que une pasado y presente. Jarrones de cerámica vidriada y cuadros del barroco andino realzados con marcos dorados dialogan con el mobiliario de madera rústico y sillones en tonalidades andinas creando un espacio entre histórico y moderno. El hotel Monasterio cuenta con dos patios interiores, y las habitaciones dispuestas alrededor del segundo, principalmente, en primer y segundo piso. Al centro del patio principal está la pileta y el cedro de más de 300 años y, rodeándolo, bajo los arcos característicos, se ubica el restaurante Oqre a cargo del chef Jorge Muñoz, donde se atiende servicio de desayuno, almuerzo y cena, ya sea en sus salones o en las mesas dispuestas al aire libre, protegidas por sombrillas que atenúan el intenso sol cusqueño.
Camino a su habitación, el pasajero estará protegido del frío porque los arcos del segundo piso cuentan con ventanas, y para quien no quiera subir por las impresionantes escaleras de piedra, hay disponibles ascensores para cada bloque. En cada cuarto, además de calefacción y bebidas calientes, se puede solicitar oxígeno para controlar el mal de altura. Una vez aclimatados, lo que toca es recorrer las maravillas de un hotel, que no solo es una joya arquitectónica del Centro Histórico de Cusco, sino que se encuentra perfectamente ubicado, distante apenas 300 metros de la Plaza de Armas del Cusco y cercano a todo el movimiento turístico y cultural de la ciudad más cosmopolita del Perú.
¿Por qué vale la pena? Además de alojarse en un espacio histórico, destaca por su ubicación, muy cerca de la Plaza de Armas, cafés y restaurantes, además del barrio de San Blas y otros espacios de interés. La atención es bastante cálida y la comodidad superior a otros hoteles del centro.
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