BUENOS AIRES, NO BASTA UNA SEMANA: MÁS DE 30 OPCIONES PARA COMER Y BEBER
Una guía con todo lo que hemos visitado en Buenos Aires y que se pueden comer. Desde fine dining hasta bares y cafés de especialidad.
Una guía con todo lo que hemos visitado en Buenos Aires y que se pueden comer. Desde fine dining hasta bares y cafés de especialidad.
Escribe Redacción El Trinche
A pesar del complicado contexto político, la ciudad se presenta efervescente, bullangera, sabrosa. Con una vida cultural rica y que revienta en creatividad. Aquella idea que nos rondó siempre por la cabeza de que “los argentinos solo tienen carne”, regresa para mordernos el estereotipo por la retaguardia con un abanico de posibilidades ante los que no nos damos abasto. Esta es una guía que se van a querer llevar «en la maleta» si se van a la capital de vacaciones. Ah, ojo que están solo los que hemos probado y comprobado. Faltarán muchos que quedan como tarea pendiente. Foto portada Gran Dabbang.
Anafe. Anafe no abría las puertas el día que fuimos, así que Micaela Najmanovich, chef y fundadora, junto a Nicolás Arcucci, nos atendieron el la que llaman la oficina @laofi.anafe. Ahí, en la barra, mientras Celina Bertolomé se encargaba de los vinos más entretenidos y atrevidos, el menú corría con frescura y naturalidad. Plagado de herencias y referencias, de culturas más de allá y otro tanto de acá: judía, argentina, italiana, mediterránea, con los insumos que el día manda, se abraza la temporalidad de un país inmenso y sabroso. Una cocina nueva, creativa, pura, donde las historias se cuentan con sonrisas y nutren los platos de contenido, pero sin pretensiones. Una cocina vivida.
Aramburu. Cocina de autor comandada por Gonzalo Aramburu. Buenos insumos, buen trabajo en equipo y posibilidad de menú degustación. Hay creatividad, estética y sabores en evolución.
Atelier Fuerza. Dicen que acá se come una de las mejores media lunas de la ciudad y caminamos para encontrarla. Atelier Fuerza además tiene panes de masa madre muy bien ejecutados y es un proyecto soñado para los aficionados a la panadería, facturas y bollería. Un obligado.
Bar Urondo. Es quizá uno de los espacios gastronómicos más entrañables que hemos visitado en Buenos Aires. De atención puntual, revolución en cocina, poesía en el plato, Javier Urondo, hijo del poeta argentino Francisco “Paco” Urondo, desarrolla una propuesta muy personal salpicada de sabores coreanos (tienen en barrio al lado). Desde los vinos hasta los suculentos currys que provoca llevar a casa en un taper. Toda la ternura. Además, Javier Urondo ya tiene libro que lanzó el año pasado y se llama La Cocina Imperfecta, escrito por María de Michelis.
Carne. Hamburguesas de Mauro Colagreco, el tres estrellas Michelin chef de Mirazur. El kétchup es elaborado en casa y la fritura de las papas, una maravilla. Nos quedamos con la clásica, siempre, y si van, aprovechen para comprarse un frasco de su kétchup casero y llevarse en la maleta.
C.A.N.C.H.A Pizza. Una equina sin pretensiones, producen pizzas al estilo porteño, una especie de napolitana un poco más gruesa, de masa madre con insumos de orgánicos, hechas al horno de leña. Para comer al paso o llevar a casa. Hay vinos naturales para acompañar las pizzas.
Casa Cavia. De diseño exquisito y hasta con florería y librería interna, un desayuno tardío en el jardín alivia las penas y nos traslada a aquella época lejana, a ese 1927 cuando la casa fue construida por el arquitecto y artista noruego Alejandro Christophersen. Hoy ha sido restaurada por completo, y su liviandad va acorde con el menú.
Crizia. Propuesta de Gabriel Oggero, quien trabaja con insumos locales y de estación. Además, tiene las mejores ostras de todo Buenos Aires y es de los que va a buscarlas al lugar de origen. Trazabilidad comprobada. Un espacio bien puesto y de diseño fresco.
Cochinchina Bar. En el corazón de Palermo Soho, este bar pandemial opera al público desde 2021. Cócteles diseñados por Inés de los Santos y su equipo fusionan sabores complejos con presentaciones simples y aires asiáticos. La música suena todos los días de la mano de un DJ. No se pueden ir sin probar el Es muy Japo, hecho con sake, gin y cordial de té. Para un menú degustación maridado con cócteles pueden reservar una mesa en Arriba, el espacio dedicado a la comida.
Corte Charcutería. De César –Wilson– Sagario. Como nos cuenta la periodista argentina María de Michelis, «Utilizan excelente carne de cerdo, de novillo, de cordero y de pollo para hacer embutidos y salazones con cuidado artesanal. La lista incluye varias opciones de salchichas, salames, panceta, cecina, chorizos, lenguas de vaca Wagyu ahumadas, entre otros. Además de clásicos como sobrasada, lardo (de una sutileza que emociona), patés de campaña y terrinas. Provee a algunos restaurantes porteños, como Madre Rojas o Urondo Bar, pero además cuenta con un despacho de productos donde los quesos –debilidad de César– también tienen su lugar».
Cuervo Café. Una cafetería de especialidad donde se comparte dentro o en la terraza. Además de los métodos, se puede disfrutar de los clásicos y también de tostones, bollería y pastelería.
Don Julio. De Pablo Rivero. Este lugar se ha transformado en un icono de la hospitalidad y la buena carne. Maneja insumos de primera y la trazabilidad puntual de los ingredientes. Su entraña, sus inolvidables mollejas, sus vegetales a la brasa, su charcutería, obra de arte de Guido Tassi, y un panqueque con dulce de leche de vaca Jersey para cerrar. La cava es una experiencia inolvidable a la que hoy se le agrega un toque sensorial. Ah, todos los diciembre festeja su festín del tomate y es una gozadera plena.
El Cuartito. Por favor, vayan. Sumérjanse en sus pizzas de quilos de queso y muerdan con furia sus cortezas gordas y crujientes. Es el momento de la exageración, el paraíso de aquellos que quieren vivir el día a día de la ciudad, la bullanga futbolera. Como dice nuestra querida periodista María de Michelis, El Cuartito es moscato, pizza y fainá.
Elena. La elegancia puesta al día dentro del hotel Four Seasons es confortable y el diseño engancha. La sabrosa cocina de Juan Gaffuri es para disfrutar y va a acompañada de una buena selección de vinos y quesos. Los helados. Pidan los helados.
El Limón. Un espacio muy pequeño y relajado manejado por el bartender Lucas Dávalos. Se preocupa por la calidad de los cócteles y la atención, la música suena al volumen óptimo para conversar, luces tenues pocas mesas y propuestas bien balanceada como el Ya no rasques la alfombra, que lleva vodka, maracuyá, frutos rojos y té roiboos; o el Vinito con vodka, gin, manzana verde y flores blancas. Sus piqueos son pocos, pero bien elaborados, como los boquerones en oliva o la tabla de queso.
El Pobre Luis. Parrilla monumental y clásica de Liber Acuña. Unas tiernas mollejas que van directo a las brasas, papas fritas crujientes y grandes cortes que se trabajan delante de una barra. Siéntense ahí y aprovechen la vista. Las paredes son una celebración al fútbol.
El Preferido de Palermo. Cocina porteña, interiores, guisos de la mano de Guido Tassi. Una taberna recuperada que cobra vida nueva para mostrar lo mejor de la cocina casera y para celebrar la charcutería artesanal (ojo con la cava). La milanesa es inolvidable. Tanto como el helado de pistacho y el dulce de leche.
Gran Dabbang. Asiático y latino. Mariano Ramón es un cocinero conocedor de insumos y asiduo a los mercados, se ha mapeado los productos de Argentina y que manejó durante mucho tiempo el mercado Masticar. Y así te envuelve en la frescura de culturas lejanas con toques locales muy bien puesto. Un gozo su restaurante.
Julia. Conocer nuevas cocinas es entretenido y aleccionador. Sobre todo cuando son jóvenes, cuando cuentan historias refrescantes y exploran su creatividad. Julia es pequeño, querido, estacional y local. Entendiendo local como argentino, una Argentina vasta que produce en todos sus extremos insumos que llegan frescos a la mesa, que se plantean con libertad. Pues así se recibe Julia: libre y sabrosa, picosa y sorpresiva. Con todo de su tierra, con un poquito del mundo y la emoción que viven en Julio Martín Baez, su chef.
La Alacena. Julieta Oriolo te abraza con sus pastas de cocción perfecta y sus vegetales con de un engreimiento familiar. Es comida que se goza sin complicaciones. Pues en La Alacena se está comiendo lo correcto con mucha impronta italiana.
Lab Tostadores de Café. Cafés especiales, métodos y demostraciones. Como para ir y luego salir con un buen botín compuesto por un par de bolsas.
La Fuerza Bar. El vermú La Fuerza tiene un bar, y en esta vermutería los tragos alegran el verano y son un soplo de brisa fresca para garganta y espíritu. Además, hay para acompañar suculentos platillos desde milanesas a caballo hasta albóndigas. Vayan con amigo
Mishiguene . Este restaurante es el resultado del ímpetu y la pasión de Tomás Kalika, chef decidido a rescatar las raíces judías errantes y elevarlas en la mesa. A refinar tradiciones del mundo y homenajear recetas de la abuela. Un despertar sabroso, goloso, memorable.
Narda Comedor. La felicidad de lo vegetal se une a la inteligencia en el manejo de la proteína. El espacio de Narda Lepes es relajado, vibrante, colorido y alegre. La sección de postres es para sumergirse y no salir más, y sus desayunos un contundente y buen recibimiento a la capital.
Orno. Pizzas estilo napolitano más modernas, preparadas con insumos de calidad por Rodrigo Villanueva, bajo la asesoría del panadero peruano Renato Peralta. Potente masa, local entretenido. Excelente relación calidad-precio.
Niño Gordo. Un pequeño restaurant asiático con mucha onda, un salón con mesas siempre llenas y una barra repleta de memorabilia, personajes de manga. Mario Bros y Bob Esponja comparten la barra con los comensales para disfrutar parrilla asiática, donde lo coreano, chino, vietnamita y thai se encuentran con la comida porteña. No pueden dejar de probar el katsusando o el tataki.
Salvaje Bakery. Oda al café y al buen pan, a la bollería y a la masa madre. Un espacio relajado para compartir un desayuno poderoso o beberse un café negro de media mañana.
Tres Monos Bar. Abrió sus puertas en 2019 en Palermo Soho y en la edición 2023 de The World’s 50 Best Bars alcanzó el puesto 11 con el reconocimiento al servicio de hospitalidad, siendo el primer bar latinoamericano que gana este premio. Una carta con pocos cócteles en un espacio que invita a compartir y celebrar. La atención destacada, tiene además un componente educativo con Tres Monos Estudio, a un lado del bar, donde se enseña sobre las bebidas con y sin alcohol.
Obrador Florida. Una heladería con un estilo particular a cargo de Mercedes Román. Para elaborar sus helados utiliza productos de temporada con recetas que ajusta dependiendo del insumo. Elabora en casa su chocolate a partir de nibs. Los empaques varían con cada estación y los toppings se desarrollan en casa para complementar los sabores
Vive Café. Con más de siete años dedicados a su cafetería, el colombiano Jonathan García Luna emigró a argentina y con su esposa Vanessa Cagigas tienen una pequeña cafetería de barrio que utiliza café de especialidad de pequeños productores colombianos, tostado por ellos mismos, este año lograron abrir un segundo local donde ofrecen bebidas de espresso y filtrados, acompañados con pastelería artesana.
BONUS TRACK
NOTA
Solo hemos incluido lugares que hemos visitado y probado. Tenemos algunos pendientes que se irán sumando con el tiempo porque los tenemos en nuestra lista personal. Pero por lo pronto, estos son los recomendados. Sumamos la nota de Jimena Agois sobre sus favoritos. Y claro, no podemos dejar de hablar de algunos clásicos por si queiren darse una vuelta: tomarse un café en La Biela, el té en el Hotel Alvear o hincharse de facturas, pasteles a la antigua y uno de los panetones más aclamados de la ciudad en Artiaga.
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