
RUTA POR EL CAMINO DE LAS BODEGAS DE MENDOZA
Bodegones, puestos de empanadas, food trucks y chiringuitos donde comer y tomar algo antes de continuar el recorrido.
Bodegones, puestos de empanadas, food trucks y chiringuitos donde comer y tomar algo antes de continuar el recorrido.
Escribe Julieta Aguerregaray para Sólo por Gusto / Fotos Florencia Saurina
No todos saben que en la ruta de las bodegas, más allá de las catas y los viñedos, se esconden sitios diferentes e ideales para reponer energías con distintos tentempiés. Algunos de ellos, incluso a pesar de tener años de vida, permanecen ocultos a los ojos de los visitantes. Aquí les revelamos una selección de estas perlitas para disfrutar en el camino.
Un Peugeot 504 amarillo en la puerta y detrás de la ciclovía una casita recompuesta con mucho esfuerzo y poco dinero son las señas del puesto del que todo Perdriel y varios enófilos o gastronómicos hablan. Dos mesas, la bandera argentina, la de Boca, un cartel con una caricatura y otro con el menú del día: lentejas y estofado de “hosobuco”.
«Es hora de dejar los celulares porque van a comer», dice Mario Alberto González, “el Chipica”, un personaje de boina, pañuelo de tafeta con su pasador, bombachas de gaucho, delantal, un cuchillo que se sostiene con el cinturón y unos ojos verdes que sonríen apenas te ven. En tiempos de apretarse el cinturón, año 2000, “el Chipica” y su mujer Olga González se instalaron en la puerta de la bodega Norton con una carpita y una mesa para vender sanguchitos de jamón crudo y pan casero. Desde entonces han progresado, y ahora, 24 años después, lograron tener un salón para 85 personas.
¿Por dónde se empieza? Es un menú que incluye todo en el mismo precio. La entrada es una picada completa con jamón crudo y embutidos, aceitunas, salsa de tomate, pan casero, tomate, buñuelitos, rabanitos, escabeche, voy variando un poco los ingredientes que acompañan y un pastelito frito de carne. De plato principal, puede ser lentejas (un clásico), locro, conejo al vino blanco, estofado de carne de vaca, chorizo a la pomarola con costillas de cerdo, bife de hígado al pimiento con cebollita y ajo, zapallitos rellenos. Comida casera, de olla que se acompaña con vino artesanal y un sifón de soda. De postre, budín de pan, peras al Malbec, vigilante o flan. Todo elaborado por nosotros.
¿Cuál es la clave del éxito del lugar? Me acuerdo de todos mis clientes, cuando vienen y con quién. Los atiendo con cariño. Cuando hace frío, les pongo un brasero debajo de las mesas. Me acerco, converso. Tengo un servicio rápido y cobro un precio moderado. Abrimos de lunes a sábados de 8.30 am a 18 horas, un domingo al mes hay peña. En las mañanas vienen los camioneros o los trabajadores de la municipalidad, y los espero con sopaipillas, sanguchitos de crudo; con el agua caliente para el mate o con un yerbeado. Mi abuela siempre me dijo: nunca tenés que negarle la comida a nadie.
Desde lejos, se divisa una larga fila que se extiende por una cuadra, resguardada bajo una llamativa carpita azul que alberga el afamado puesto de empanadas de Marcia Riera. Una mujer que a sus 29 años se encontró sola, sin empleo, con una hija de once años y embarazada de dos meses. Marcia enfrentó trabajos diversos: limpiando veredas, de empleada doméstica, cosechando en fincas, y como celadora en un colegio.
Pero hace cuatro años, gracias al legado de su mamá –dar de comer a las personas– y a las empanadas, inició un emprendimiento que ahora emplea a 20 personas y alimenta a muchas más. En su puesto en Tunuyán, ubicado en la calle Julio Argentino Roca, antes de llegar a La Argentina, siempre hay una larga cola, pero también una espera breve. Esta es la historia de Graciela Marcia Riera. «Comencé sola con una heladera conservadora, en pandemia le regalaba empanadas a los camioneros que pasaban y vendía otras congeladas. Luego añadí un horno y conforme aumentaba la demanda, más hornos. Empecé por necesidad», confiesa.
El puesto abre sus puertas a las diez y media de la mañana y cierra alrededor de las dos de la tarde, extendiéndose hasta las tres o cuatro los fines de semana, y nuevamente abre por la tarde-noche hasta las once o doce. Venden solo empanadas de carne, salvo en Semana Santa, cuando se imponen las de vigilia, las de humita y de acelga con caballa y queso. «Esta es mi vida», dice Marcia, mientras vigila las docenas de empanadas que salen humeantes del horno a leña.
Enzo maneja un Renault 12 rural viejo que atrás arrastra un camioncito de comida desvencijado. Está a metros de estacionar en la esquina de la Ruta 7 y calle Cobos. Hace unos minutos pasaron las 11 am, la hora en la que abre. Llega con una sonrisa. Se instala. Saca sus elementos del auto, la llave del camioncito, unos cuchillos, repasadores y la pata de jamón crudo. «Empezamos hace 17 años con un carrito en la Ruta 40 de color verde, que todavía sigue ahí, y luego fuimos expandiéndonos», explica el joven –segunda generación de trabajadores charcuteros– mientras abre las ventanas del puesto.
Después limpia la mesada, acomoda el pan, la pata, las tablas y los condimentos: un aceite de oliva con ajo y otro con especias.
Mientras Enzo prepara un sanguchito para el primer turista que llega, dice: «tenemos cinco carritos, en Beltrán, en Ruta 40, en Ruta 7, en Carrizal y en Las Leñas. Nuestra producción es completamente casera: hacemos el pan, curamos el jamón, sumamos una bondiola para tener otra opción, hasta vendemos por Instagram y por Mercado Libre donde figuramos como “Serrano Andes”. Abren desde las 11 am hasta que caiga el sol.
En la puerta de su casa, Videla Aranda al 7251 (Rodeo del medio, Maipú) frente a Casa Vigil, la bodega Mil Suelos y la fábrica de cerveza Chachingo, un cartel de color naranja reza “Las empanadas de la Vivi. Hacé tu encargo con anticipación”. Viviana Ciani tiene 61 años, una familia con dos hijos y cuatro nietos.
¿En qué momento empezaste a elaborar empanadas? Desde muy chica, la ayudaba a mi mamá en la casa. Después, ya de más grandes, tuvieron una cancha de bochas a la que iban los vecinos del barrio. Vendíamos vino, vermú con soda y empanadas hechas en horno de barro. Hoy mi receta es la de ella: llevan carne, cebolla cortada en cuadraditos (no me gusta en juliana), carne picada (la intermedia, que tiene un poco de grasa para que largue juguito), huevo y condimentos. La masa es hojaldrada.
Viviana vendía empanadas por el barrio, en el parque de Maipú, en las bombas de nafta, a los compañeros de trabajo; hasta que un día, hace unos años, se mudaron nuevos vecinos al “barrio”: Alejandro Vigil y María Sance que se hicieron fans de sus empanadas. Varios famosos han disfrutado de comerlas, como el Indio Solari, Marcelo Tinelli, Zulema Yoma, y diversos artistas.
¿Cuál es el secreto de tus empanadas? Es que dejo el relleno en la heladera un día antes para que se concentre el sabor.
Alpasión, situado en Los Chacayes, Valle de Uco (ruta provincial 94 – km 13), une la cocina de Mendoza con la pasión por el vino. En la carta se dejan ver recetas tradicionales con algunos ingredientes que obtienen de su huerta, al pie de los Andes. Las mejores empanadas y choripanes del Valle de Uco, justo en la ruta al Manzano acompañado por los vinos de @alpasionwine
Federico Tischler, chef ejecutivo, cuenta: «La montaña que nos protege nos inspira a cocinar con humo, fuego y con aromas naturales, haciendo que nuestras ofertas se caractericen por su simplicidad y honestidad». El lugar se presenta como una propuesta rutera y de camino, ofreciendo un ambiente fresco y joven. Tiene resguardo a la sombra, mesas y mesones con sus sillas. La corta carta ofrece empanadas, choripanes, sándwiches con tortitas mendocinas y pastelería casera. Para tomar vinos de la bodega y bebidas sin alcohol. Alpasión food truck abre todos los días; de lunes a viernes de 10 a 18 horas y sábados y domingos de 9.30 a 19 horas. No hace falta reservar. Recomendamos: las empanadas fritas de carne y las de queso con cebolla, perfectas para saciar el hambre de la ruta.
Por: Daniel Quintero
Dos gotas de café identificado la marca, detrás están dos apasionados por el café.
Leer másPor: Daniel Quintero
Desde 1997 esta marca está dedicada a resaltar el café de calidad y el trabajo de las comunidades cafeteras en Colombia.
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Historia, cultura, gastronomía, producto y naturaleza entre los Andes y la costa ecuatoriana.
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