MAISON DU COLOMBIER: UN APRENDIZAJE DE VALOR
Juver Aliaga continúa sus rutas del vino, regresó a la región de Bourgogne. Donde comenzó su carrera y aprendió a valorar y comprender el vino.
Juver Aliaga continúa sus rutas del vino, regresó a la región de Bourgogne. Donde comenzó su carrera y aprendió a valorar y comprender el vino.
Escribe Juver Aliaga (IG @juver_aliaga_wine)
Continuando con mis aventuras por las rutas del vino, volví a visitar la región en donde comencé mi aprendizaje sobre vinos, la Bourgogne. Donde me enseñaron a valorar el vino y comprender lo complejo, único y original que puede ser esta maravillosa bebida.
En 2009 hice mi primera practica en Pommard, un pueblito en el centro de Bourgogne (Francia), y conviví con la familia Boillot, con la que aprendí a hacer vino y pude entender lo complejo y trabajoso que es el trabajo en el campo y la bodega. He perdido la cuenta cuantas veces he visitado la región desde 2009, pero esta vez regresé especialmente para visitar la famosa Maison du Colombier, el paso obligatorio de todo sommelier, amante y apasionado real del vino.
La Maison du Colombier fue declarada monumento histórico en el siglo XVI, su construcción se remonta a 1572, de estilo medieval, es reconocible por su alta torre octogonal y la de vigilancia. Su planta baja debe su encanto a la combinación de piedras de Bourgogne, tejas de terracota, vigas de roble y sus tres sótanos abovedados dispuestos en fila. Es aquí a donde llegué el primer día sin anunciarme, necesitaba visitarlo más de una vez para poder probar y comer al menos una partecita de lo que ofrecen. Pedí varias copas de diferentes vinos de las opciones del wine keeper: comencé con un Sancerre de Vacheron y luego un Meursault, siempre acompañándolos con bocadillos y tablas de queso y charcutería. La carta es gastronómica con varias opciones que incluyen productos de calidad que se reflejan y son ideales para acompañar su carta de vinos.
Al día siguiente hice una reserva y pedí una cita, y Antoine, el sommelier de la Maison, con quien conversé, me explicó todo sobre este bello e icónico establecimiento: “La Maison du Colombier se crea para dar placer a todos los gourmand. En un ambiente agradable y acogedor que hará prolongar la velada en torno a un orujo añejo o un Chartreuse añejo, una copa de vino, un aperitivo, una cata con amigos, una cena a la carta, un digestivo”, me comentó Antoine. La maison tiene acceso a botellas de la región y del mundo con las que pocos cuentan, además asignaciones de vinos emblemáticos de alta gama y una carta de más de cinco mil etiquetas de diferentes países. Sin embargo maneja más vinos de Francia y, actualmente, tiene un stock de más de 30 mil botellas: un paraíso para nosotros, los apasionados del vino.
Esta segunda noche llegué acompañado de una pareja de grandes amigos profesionales del vino, quienes tienen una página llamada Epicurador, aventureros que viajan por el mundo en busca de aprender más. Junto a ellos comenzamos la noche. Nos reservaron una mesa baja dentro de un espacio abovedado de la vieja casa. Comenzamos examinando la carta, recordemos que tiene más de cinco mil etiquetas. Después de muchos minutos decidimos por un vinazo de la región, obviamente íbamos a lo seguro, por un gran productor: seleccionamos un Puligny Montrachet de Etienne Sauzet, icono de la región y el mundo. Luego fuimos con las picadas, siempre deliciosas, pero toda la concentración la pusimos en el vino. Parecía que estábamos catando y nos concentramos en conversar de este productor y lo que sentíamos en la copa, siempre que pruebo su vinos quedo enamorado.
Continuamos con otro grande de Francia, esta vez un tinto de Morgon de Jean Foillard, un vino gastronómico, como dicen los franceses. Fruta roja y negra con sabrosa acidez, muy fluido y sutiles notas a humedad. Eso le daba su sutil toque de complejidad, delicioso. Podría seguir describiendo los vinos y platos y la buena charla de la noche, pero quiero dejarlo como para que ustedes vayan, visiten y vivan la maravillosa experiencia. Les puedo asegurar que se enamorarán del lugar tanto como yo.
Por: Elias Valdez
Hace unos días estuve en Ciudad de México nos paramos a visitar La Cantina de Tío Pepe fundada en el 1869, iniciamos pidiendo una margarita clásica y seguimos explorando sus sabores y su historia.
Leer másPor: Carlos Carlín El ojo del comensal
Su amplia terraza descubierta da la sensación de un espacio cómodo, relajado y aireado para disfrutar en cualquiera de sus horarios.
Leer másPor: Juver Aliaga
Recomendaciones de todo precio para tener en cuenta a la hora de brindar. Por Juver Aliaga.
Leer más