LAS POSIBILIDADES: HILANDO Y TEJIENDO ENTRE PLANTAS MEDICINALES
Justina Huamán habla el idioma de las plantas medicinales. Su trabajo y legado se ha extendido por toda su familia. ella es guardiana de sabiduría y tradición.
Justina Huamán habla el idioma de las plantas medicinales. Su trabajo y legado se ha extendido por toda su familia. ella es guardiana de sabiduría y tradición.
Escribe Manuel Contreras para Mater Iniciativa
En diciembre del año pasado conocí a Justina Huamán. Ella y su familia viven en la Comunidad Campesina Patacancha a 3810 msnm. Justina y tres de sus vecinas se desplazan hasta el mercado de productores de Urubamba cada miércoles para vender las hierbas medicinales que recolectan muy cerca de sus casas. A ellas, se les unen cinco señoras más de la C.C. Huilloc ubicada a unos 15 minutos antes de llegar a Patacancha. Justina es quechua hablante, entiende muy poco el español, pero no es difícil comprenderla ya que el idioma de las plantas medicinales tradicionales es casi el mismo. Aunque puede haber algo de variación en los nombres comunes entre una comunidad y otra, sus beneficios son iguales.
Hoy lunes, primer día de agosto, me levanté temprano para llegar a las ocho de la mañana a la comunidad donde Justina y Mateo, su yerno, me estaban esperando. Coincide con ser un día muy importante para el hombre andino, en el que se celebra El Sía de la Pachamama. Durante esta temporada seca y de helada, la mamá tierra que ya lo dió todo durante el año, sedienta y sin fuerza, le toca recibir de nosotros sus hijos, protección y alimentación por medio de nuestros pagos. En la foto de apertura, Justina y sus nietas con las plantas medicinales recolectadas alrededor de su casa a 3810 msnm.
Comencé a subir de Ollantaytambo a Patacancha y en la ruta conocí a la señora Francisca Quispe quien llevaba tres arrobas de trigo que planeaba intercambiar por habas con las personas de las comunidades campesinas de Patacancha y Huilloc. A este se le conoce como trueque, y es un canje entre productos de diferentes ecosistemas sin intervención del dinero realizado desde épocas preincas. La ruta asciende, un riachuelo muy claro la bordea, al otro lado unos andenes pequeños donde crecen los capulíes (Prunus serótina Ehrhart), chachacomas (Escallonia resinosa R. & P.) y molles (Schinus molle L.), nos dan la bienvenida. Seguimos subiendo un poco más y nos encontramos con muchas plantas de mutuy (Senna birostris -Dombey ex Vogel- H.S. Irwin & Barneby), que también suelen crecer en Moray. Las flores de estos arbustos las usamos en el bar de MIL, las deshidratamos y utilizamos para una bebida floral en combinación con otras flores medicinales del entorno. Aquí, tradicionalmente se usa para preparar una sopa llamada lisas uchu.
Seguimos caminando y veo también frutos de tin tin (Passiflora pinnatistipula), algunos han sido comidos por un pájaro llamado chiwaco, una pequeña ave de color marrón oscuro y pico amarillo. El tin tin enreda sus delgados y flexibles tallos en las q’euñas (Polylepis incana H. & B.), como si las estuviera abrazando y agradeciendo por protegerlo. Después de una hora llegamos a Patacancha, Mateo me espera justo en el puente como habíamos quedado. Caminamos un poco más hasta la casa de Justina, le ayudo a llevar algunos productos que había intercambiado y pedido de Ollantaytambo. Mientras caminamos me comenta que cocinará una pachamanca para unas personas que lo visitarán hoy.
Llegamos a casa de Justina y en la entrada hay un arco con unas ramas de plantas aromáticas, como una barrera para la mala energía. Entramos y encuentro a Justina limpiando las raíces que ha recolectado el día anterior, las mismas raíces que llevará a vender el miércoles al mercado. Reconozco algunas de estas raíces que forman parte de los brebajes de MIL Centro.
Nicolasa, hija de Justina, nos trae unas papas sancochadas de la variedad beriendos, me dice que solo la cultivan aquí, mote y huevos sancochados. La papa es cultivada con el compost que preparan ellos mismos, una técnica que aprovecha todo el estiércol de sus propios animales (cuyes, ovejas y alpacas). Algunas papas sancochadas tinen papa curu (Premnotrypes vorax H.), un gusano que infesta a las papas orgánicas, y que ellos tradicionalmente utilizan para tratar la anemia y los bronquios tostándolos en qanalla (olla de barro). Alguna vez los había comido en otra comunidad, aportan sabor y grasa a la papa. Mateo menciona que ellos los tuestan y los consumen como piqueo.
Mientras saca un poco de agua caliente de la cocina, todos cogemos unos vasos de cerámica. Frente a nosotros, hay una mesa con diferentes hierbas; saco la coca y el pan chuta que llevé para compartir. Cojo un poco de qunuja (Satureja boliviana -Bentham- Briquet), como le llaman aquí (en Moray, kunuca, por las comunidades campesinas de Mullakas Misminay y K’acllaraccay; y, en el Valle Sagrado, cjuñuca), es una hierba aromática que crece entre los 3800 y 4100 msnm. Esta planta también es usada en el maridaje de MIL Centro, para acompañar el momento de extrema altura.
Justina tiene seis hijas y su hija Nicolasa, cinco, para Justina es una bendición tener hijas y nietas. Ella es partera, portadora de una milenaria riqueza, sabiduría y destreza, que brinda atención a las mujeres durante el embarazo y parto. Este conocimiento se ha ido perdiendo con el paso de los años, y ella está feliz porque pudo ayudar a la mayoría de mujeres de su familia e hijas, aplicando las plantas medicinales que ella misma recolecta. Justina adquirió este conocimiento de su suegra cuando era pequeña. Hoy en la madrugada, bajó a apoyar a una señora embarazada de Ollantaytambo, las personas reconocen su gran trabajo. Nicolasa, su hija, sigue el mismo camino y a la vez se dedica a hilar y teñir con plantas que su mamá recolecta. La lana la obtienen de sus propias alpacas y ovejas. Jhoselyn, la hija de Nicolasa es la encargada de pastear sus rebaños por los alrededores de la comunidad, también acompaña a su abuela al mercado de Urubamba y la ayuda con la traducción del quechua a español.
Mateo, esposo de Nicolasa, se encarga de elaborar la pachamanca en su casa. Su hija mayor de 15 años, Bertha, está haciendo unas rosas con papeles de colores, ella también es la responsable de los dibujos que hay en las paredes de adobe de su casa que hizo usando arcillas de diferentes colores. En una esquina, hay un hombre con una chakitaqlla (arado de pié), al centro una flor de kantu, y al extremo una mujer tejiendo, es la artista de la casa. Nicolasa saca su telar que viene tejiendo desde hace muchos días y comienza a trabajar. Al lado de ella hay un bolso con hojas de coca, piqcha coca mientras sus manos entrelazan los hilos delgados.
Mateo aún hace trueque con personas de la parte baja de Ollantaytambo, cambia chuño por maíz para cocinar mote o lawa (crema). La lawa se elabora tostando el maíz en una qanalla (olla de barro), lo muelen en batán de piedra y lo acompañan con charqui que ellos mismos elaboran. Para aromatizar utilizan la qunuja deshidratada que recolecta Justina. El intercambio es de una arroba de chuño por una de maíz. Esta familia se dedica a sembrar papa, lisas, añu, oca, chocho, habas. Bertha observa el sol y nos dice que hay un arcoíris alrededor y es una señal mala. “Se viene una enfermedad para el hombre de aquí” dice, en cambio cuando esto sucede con la luna, es una señal de enfermedad para los animales. Bertha es muy curiosa y conversa con los ancianos de la comunidad cuando sale a pastar su rebaño.
La qunuja que recolecta Justina la usamos para elaborar el Q’aqe en MIL, un compuesto de 28 especies botánicas recolectadas en la cordillera de los Andes y en los alrededores del restaurante, juntamente en las cercanías de las comunidades campesinas. Hampi (h’ampi, medicina en quechua), palabra quechua que escuché muchas veces aquí, se usa para nombrar a todas las plantas de uso medicinal. Justina nos enseña el uso que le da a las plantas recolectadas, por ejemplo, la qunuja para el dolor de estómago y gastritis. La chachacoma (Escallonia resinosa R. & P.) piqchado para tratar el dolor de los dientes, la qhana (Sonchus oleraceus) para la colerina, yawar ch’onqa (Oenothera rosea) para el riñón. Todas sirven en el proceso de sanación. Todos estos conocimientos, aplicaciones y saberes ancestrales aún se conservan de forma oral. Teniendo como respeto y lugar a la tierra, los cerros (apus), las lagunas (cochas) y el bosque andino. La mayoría de las plantas que vemos aquí se utilizan para fines gastronómicos, medicinales, tintores, fibras vegetales, biocidas y para rituales.
EL DATO
Para más imágenes sobre la ruta de Manuel y su encuentro con Justina y otras historias pueden visitar el nuevo blog Mater Iniciativa.
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