
HISTORIAS DE UN COCINERO: LAS POSIBILIDADES DEL COCINAR
Una reflexión sobre lo que significa cocinar y todas las aristas que permiten añadir enfoques distintos, desde la política hasta el sentido común.
Una reflexión sobre lo que significa cocinar y todas las aristas que permiten añadir enfoques distintos, desde la política hasta el sentido común.
Escribe Heine Herold (IG @heine_herold)
Cocinar puede ser definido como el acto mecánico de transformar alimentos naturales con técnicas determinadas con el objetivo de conseguir platos agradables con valor nutricional.
A esa definición reducida puede agregársele que cocinar es un acto científico, porque durante las transformaciones de ingredientes suceden procesos químicos y físicos producidos por proteínas, almidones, azúcares, ácidos o microorganismos que reaccionan de maneras particulares al ser sometidos a temperaturas, oxidaciones, salazones, acidulaciones, fermentaciones, entre otros, desarrollando niveles de sabor diferentes o siendo preservados en el tiempo.
Cocinar es a su vez un acto social, porque las familias o los conglomerados humanos interactúan entre si alrededor de una mesa y una comida. Cocinar es también un acto político, porque, como dice Michael Pollan, dejar de cocinar nos deja a merced de las grandes corporaciones de alimentos. Cocinar es tener poder sobre aquellos que no cocinan.
Cocinar es un ritual cultural, porque los procesos, costumbres y recetarios persisten en el tiempo y se transmiten de generación en generación. Cocinar es también una manifestación auténtica de afecto, es una subordinación cariñosa y voluntaria hacia otras personas.
Cocinar puede ser sanador y terapéutico, si lo que transformamos y llevamos a la mesa va en sintonía con un estilo de vida saludable. Cocinar es conectar con la naturaleza y el medio ambiente, porque lo que utilizamos para nutrirnos es todo aquello que disponemos en su mejor momento y que extraemos con conciencia y respeto. Cocinar es una actividad económica vital que mueve un gran sector del Producto Bruto Interno, que obliga a las personas a tomar decisiones cotidianas en base a la relación precio/valor y que determina en gran parte el bienestar de las personas.
Cocinar es todo eso, pero si me permiten agregar una definición adicional, diría que la cocina es conocimiento. Conocimiento sobre todo lo antes expuesto y en general sobre todo lo que uno pueda absorber en el camino. Toda la vida es cocinable, si nos ponemos metafóricos. Todos los conocimientos y todas las experiencias nutren nuestras cocinas y nuestras vidas. Andoni Luis Aduriz, el celebrado cocinero vasco, afirmaba que para hacer su cocina necesitaba todo aquello que había probado u olido, todas las cocinas que había conocido y todos los caminos que había recorrido. Entonces uno no solo cocina con las manos, sino con recuerdos, con motivaciones, con intuición, sentido común, creatividad y experiencia. En otras palabras, con conocimiento.
La creatividad sería impensada sin una base de herramientas necesarias, que son el lenguaje para comunicar esa creatividad, la inspiración también viene del conocimiento. En resumen, cocinar es saber y el saber es ser libres. Libres para crear nuestro propio espacio, nuestra propia voz mas allá de las modas y tendencias, libres para reflexionar y cuestionar, libres para ser uno mismo, libres para respetar y preservar nuestros legados y libres para ser felices, porque sí, donde hay cocina, hay felicidad.
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