
EL VOTO: TRADICIÓN Y COMPROMISO EN LA FIESTA PATRONAL
En la región Amazonas, una ofrenda cargada de panes especiales y otros alimentos se comparte en comunidad preservando así prácticas culturales.
En la región Amazonas, una ofrenda cargada de panes especiales y otros alimentos se comparte en comunidad preservando así prácticas culturales.
Escribe Sonaly Tuesta (IG @sonalytuesta) / Fotos Martín Alvarado y Sonaly Tuesta
El voto es una ofrenda especial en honor a una imagen religiosa durante su fiesta patronal. Más que un tributo cargado de panes especiales, dulces y alimentos de la localidad, representa la unión comunitaria y el compromiso del nuevo mayordomo, encargado de la celebración del próximo año.
Germán ha pasado su vida junto a San Lucas, y Jeremías ha asumido el papel de asistente del Señor Crucificado. A pesar de la diferencia de edades, ambos conocen bien sus tareas. Hoy, 15 de octubre, es el día de la votación. Asegurar la continuidad de la fiesta es siempre un desafío, por eso el compromiso con el próximo año debe sellarse desde ahora.
En la casa del mayordomo, Germán y Jeremías trabajan a su manera en la preparación de la jarra del voto.
—Tráeme los carrizos cortados —dice uno.
—Vamos a necesitar bastante pabilo —anota el otro.
Sobre la mesa, una canasta resguarda los panes especiales, mientras que, en la cocina, dos vasijas contienen las figuras de harina horneadas que adornarán la mesa.
—¿Qué es la jarra? —le pregunto a Jeremías.
—Es una estructura casi circular que armamos con carrizo. Amarramos los panes especiales: en el centro, palomas; en los costados, figuras como ramitas. Luego la decoramos con bombones y chupetines, que parecen florecitas.
Esa estructura ovoide se sostiene en un palo incrustado en una base de chiclayo o calabaza, lo que permite colocarla en el centro de la mesa donde se entrega el voto.
—El voto no es solo la jarra —aclara Germán—. Es toda la mesa repleta de frutas, dulces, galletas, tortitas de maíz, gaseosas, vino. También están la caña de azúcar, las gallinas y cuyes vivos que hemos traído.
Germán añade un detalle especial: ha querido evocar el antiguo «llamamiento», aquel momento en que los asistentes a la votación eran invitados a asumir el compromiso de la próxima festividad. Por eso, ha preparado el ají vendado (ají molido frito con cebolla verde de huerta) y un picante tradicional, como se hacía antaño para animar a quienes aceptaban llevarse el voto.
En las provincias de Chachapoyas, Luya, Bongará y Rodríguez de Mendoza, en la región Amazonas, el voto es una tradición muy presente. Se trata de una ofrenda especial en honor a una imagen religiosa durante su fiesta patronal. Más que un tributo, representa la unión comunitaria y el compromiso del nuevo mayordomo, encargado de la celebración del próximo año.
Con el tiempo, su estructura ha cambiado, pero conserva su esencia. En el centro destaca la jarra, una armazón de carrizo decorada con panes, dulces y figuras comestibles. En algunas localidades, se incorporan aves y cuyes precocidos, frutas y otros productos típicos. A veces, el elemento principal es un gallo, rodeado de huevos cocidos sin cáscara, bombones y maníes sujetos con mondadientes.
Una variante particular se encuentra en el distrito de María (Luya, Amazonas), donde recibe el nombre de Huarco. En este caso, la estructura se arma con dos palos horizontales y varios transversales, sobre los cuales se atan los productos. Al transportarlo, los frutos y comidas cuelgan, dándole un aspecto único y llamativo.
El compartir es el alma de la fiesta. El voto no solo marca la continuidad de la tradición, sino que fortalece los lazos entre familias y amigos. Quien lo recibe lo distribuirá entre sus allegados, y cuando llegue el próximo año, serán ellos quienes colaboren para que el nuevo mayordomo pueda devolver la ofrenda con igual generosidad. Así, el voto no solo preserva la fe y la identidad, sino que perpetúa el espíritu de reciprocidad que da vida a la comunidad.
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