EL CANTA RANA, YA PARTE DEL PAISAJE BARRANQUINO Y SU CEBICHE, UN CLÁSICO
La misma sazón, el mismo trato, la misma decoración y casi la misma carta crearon una sensación de familiaridad y barrio que se mantiene inalterable.
La misma sazón, el mismo trato, la misma decoración y casi la misma carta crearon una sensación de familiaridad y barrio que se mantiene inalterable.
Escribe María Elena Cornejo (IG @melenacornejo) / Fotos Portada Luis Martín Alzamora
En su perfil público el Canta Rana se define como “más que una cebichería (somos) un lugar de peregrinaje en el corazón del barrio más bohemio de Lima”. Y algo así han conseguido en sus 36 años de existencia. Lo avalan las nominaciones como Mejor Huarique en 2009 y 2010 y figurar entre los 10 mejores restaurantes de pescados y mariscos según la última versión de la guía Summum 2022.
Canta Rana es parte del paisaje barranquino, ahora con mesas y sombrillas en la calle cerrada para tal fin luego de la pandemia, que amplía considerablemente el número de comensales, antes en cola interminable en la puerta del local.
Vicente Furgiuele tiene origen argentino, sangre italiana y pasión por el cebiche. El nombre del huarique es un homenaje a su madre Teresa que trabajó en el restaurante “Donde canta la rana” en Venezuela cuando Vicente era niño. Luego se mudaron a Lima, vivió en Chosica y más tarde se estableció en Barranco. Ahí empezó con una cocinita a querosene preparando cebiche y caldo de choros al lado de Agustín, su cebichero estrella, al que después se sumaron Catalino y Rómulo. La misma sazón, el mismo trato, la misma decoración y casi la misma carta crearon una sensación de familiaridad y barrio que se mantiene inalterable. Banderas y afiches deportivos, sobre todo del fútbol argentino, fotos de los parroquianos habituales y adornos varios apretujados en techo y paredes crean un ambiente pintoresco y singular.
La costumbre manda que al sentarse a la mesa, el mozo ponga tres pocillos: canchita, rocoto con tomate en cubos aliñado y zarandajas. Su cebiche sigue siendo imbatible, lo sirven en plato de fierro aporcelanado que le da cierto encanto casero. Probé el de erizos porque la temporada lo permite, aunque yo le reduciría la cantidad de cebolla que interfiere con el delicado y cremoso sabor del erizo. Al clásico se suma el apaltado, el cebiche más demandado por las nuevas generaciones: lleva chicharrón de calamar y alcaparras amén del infaltable choclo y camote.
Las conchitas a la parmesana están muy bien, con la cantidad de queso justo que no opaca el producto. En esta suerte de bodega clásica ponen muchame, hecho artesanalmente como antaño. Las porciones son generosas, incluso abundantes. El arroz con mariscos es sabroso y el picante de mariscos tiene altibajos por errores en la cocción de los crustáceos. Llega con abundante queso parmesano, que no me termina de convencer, aunque lejos de ser un demérito es un gusto personal. La parihuela da para compartir y la tortilla de langostinos merece una oportunidad: fritura bien lograda, poca grasa y langostinos jugosos y a punto.
LOS DATOS
Génova 101, Barranco / Reservas: 923-841-016 / Horario: de martes a sábado de 09:00 a 21:00 horas, domingo y lunes hasta las 17:00 horas.
Por: María Elena Cornejo
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