APERTURA: ESCALA 85, PARADA OBLIGADA EN LA CARRETERA RUMBO A LACHAY
Salimos de Lima con rumbo norte para conectar con la naturaleza en la Reserva Nacional de Lachay y comimos delicioso en la ruta.
Salimos de Lima con rumbo norte para conectar con la naturaleza en la Reserva Nacional de Lachay y comimos delicioso en la ruta.
Redacción El Trinche (IG @eltrinchecom)
Hace un par de semanas nos escapamos de Lima para ir a las Lomas de Lachay, tremendo espacio natural que arranca su temporada con paisajes que quitan el aliento. En el camino hicimos una parada necesaria (y desde entonces obligada): Escala 85, un nuevo restaurante de carretera con una propuesta que todo rutero debe conocer.
La Reserva Nacional de Lachay se ubica a 105 km al norte de Lima, a poco menos de tres horas de camino, en la provincia de Huaura. Es un paisaje de lomas que contrasta con nuestra árida costa ya que entre invierno y primavera sus 5070 hectáreas de extensión se cubren de vegetación: su flora habitual, compuesta de árboles de tara (Caesalpinia spinosa), palillo (Capparis prisca), mito o papaya silvestre (Carica candicans), huarango (Acacia macracantha) y el simbólico amancay (Hymenocallis amancaes), atrapa la neblina de la temporada y se crea uno de lo parajes más mágicos de nuestra costa.
Para llegar a Lachay salimos temprano, pasamos el peaje antes de las ocho de la mañana y cargamos combustible en Chancay. En el kilómetro 85, al costado del grifo AVA, una novedosa estructura de vidrio deja ver espacios amplios, iluminados y pulcros: es Escala 85, un restaurante que abrió sus puertas al final del verano, en marzo, y que nos llama a la parada necesaria para reponer fuerzas con un pequeño banquete que nos regale el aguante para la caminata que se viene. Nos recibe una de las mesas largas del local y pedimos el desayuno Escala: lomito al jugo, pan francés, jugo surtido y café. La porción de lomito es más que generosa, con mucho jugo para remojar las dos piezas de pan francés que llegan directamente de la panadería Carmelitas de Miraflores. Imbatible. Probamos también el desayuno Perucho: pan con gruesas y tiernas piezas de chicharrón, camote frito y sarza criolla, todo acompañado de jugo de naranja y café. Recuerden que desde 2021 se ha restringido el ingreso a la reserva con alimentos, por lo que vale la pena detenerse a tomar desayuno. Listos para enfrentar el día, seguimos el recorrido no sin antes revisar la carta del almuerzo: la buena impresión que dejó la primera comida nos auguraba un pronto regreso a pocas horas, casi inmediato.
El chef Manuel Huarcaya está a cargo de la operación gastronómica en Escala 85. Es graduado de Le Cordon Bleu y ha trabajado en restaurantes en Estados Unidos, en hoteles como el Ritz Carlton y, en Lima, en diversas cocinas siendo su última responsabilidad ser el chef ejecutivo de La Mora. En su carta destacan clásicos de toda la vida, como cebiche de lenguado, que preparan con pesca proveniente de las costas de Chancay. Además, hay una causa de pollo que presenta de manera distinta a la convencional: sobre una torre de cilindros de la masa de papa que baña con salsa huancaína, coloca trozos de pollo bien cocido, con la cantidad justa de mayonesa, y pequeños cubos de palta, tomate y huevo. La parada de regreso no solo se trató de satisfacer antojos patrios y bien peruanos, sino de calentarse un poco el espíritu luego de la caminata con una sopa de criolla, el perfecto reconstituyente. Cada cucharada revela contundencia y sabor: un bien servido plato con papa peruana, pasta ligera, carne cortada a cuchillo, la cantidad justa de hierbas, trocitos de tomate y el huevo encima con la yema líquida. Todo el hogar en la mesa.
Como plato de fondo hubo bistec apanado a lo pobre con tacu tacu con la superficie crujiente y el interior cremoso. El apanado y el huevo frito encima, y dos plátanos fritos acompañando y dando el toque dulce. También probamos el ají de gallina, aunque lo solemos disfrutar siempre en casa, nos atrevimos y econtramis una versión bien de mamá y abuela, sabrosa y delicada. De hecho, “Es un plato que compite con el de mi mamá”, confiesa el jefe de cocina, Jean Carlos Choque, y con eso ya revela bastante del amor que le ponen en su preparación. Cerramos con postres, también muy caseros y frescos, siempre del día. Pie de limón con buen punto de acidez y balance con el dulce del merengue suizo; torta de chocolate peruanísima y crema volteada. Hagan como nosotros, como la tentación es grande, si ya no les cabe más, compren también para llevar y ya de regreso, desempaquen los postres y entréguense al justo descanso con porciones justas y generosas. Escala 85 es de esos restaurantes a los que vale la pena ir, esos pequeños descubrimientos de ruta que conviene tener mapeados. Un nuevo espacio que apuesta por convertirse en parada firme cuando se viaja al norte.
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