SAIDA VILLANUEVA: ÍCONO DE LA PICANTERÍA AREQUIPEÑA
Saida Villanueva Salas es hija y nieta de picanteras y seguramente bisnieta y chozna de chicheras, las predecesoras de las picanterías.
Saida Villanueva Salas es hija y nieta de picanteras y seguramente bisnieta y chozna de chicheras, las predecesoras de las picanterías.
Escribe María Elena Cornejo (IG @melenacornejo) / Foto Archivo Personal
En el tradicional distrito de Yanahuara, Saida Villanueva Salas derrocha picardía y conocimientos culinarios. Ella, que es hija y nieta de picanteras y seguramente bisnieta y chozna de chicheras, las predecesoras de las picanterías, dirige con gran experiencia La Cau Cau II, que acaba de cumplir 35 años.
Estudió y ejerció la enfermería luego de ingresar directamente a la universidad. “La chicha despierta la inteligencia de los niños y yo tomaba harta chicha”, dice la picantera más pícara de la ciudad, que guardó el título en un cajón cuando murió su mamá y abrió la Cau Cau II a fines de 1989.
Anota que hace cocina tradicional aunque también sirve rocoto relleno. “Eso lo inventó en los años cincuenta la pituquería arequipeña, no es ancestral. Decían que era más elegante, más sofisticado pero yo sirvo zarza de criadillas, rachi, ají de calabaza. Eso es más elegante y arequipeño”.
¿Y el chicharrón? “Atatau, odio el chicharrón y peor el chancho al palo; es una bomba de tiempo para los jóvenes y muerte segura para los viejos”. Palabra de Saida. Contacto: Facebook Saida Villanueva
Words María Elena Cornejo (IG @melenacornejo) / Photo Personal Archive
Saida Villanueva Salas is the daughter and granddaughter of picanteras and very likely the great-granddaughter and ancestor of chicheras, the forerunners of today’s picanterías
She studied and practiced nursing after gaining direct admission to university. “Chicha awakens children’s intelligence, and I drank plenty of chicha,” says the cheekiest picantera in the city, who put away her nursing degree when her mother passed away and opened La Cau Cau II in late 1989.
Saida notes that she serves traditional cuisine but also offers rocoto relleno. “That dish was invented in the 1950s by Arequipa’s upper class—it’s not ancestral. They said it was more elegant, more sophisticated. But I serve zarza de criadillas, rachi, and ají de calabaza. That’s what’s truly elegant and Arequipeño.”
And what about chicharrón? “Atatau, I hate chicharrón—and even worse, chancho al palo. It’s a ticking time bomb for young people and certain death for the elderly.” Saida’s word is law.
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