ROSA MELO QUISPE: GUARDIANA DE LAS SEMILLAS DE PAPAS NATIVAS
Desde su casa en Pampacorral, en el distrito de Lares, provincia de Calca, Cusco, Rosa y su familia preservan más de 400 tipos de papas nativas.
Desde su casa en Pampacorral, en el distrito de Lares, provincia de Calca, Cusco, Rosa y su familia preservan más de 400 tipos de papas nativas.
Escribe Catherine Contreras (IG @caty.conrerasr)
Es conservacionista, pastora y agricultora en el distrito de Lares, Cusco, y con su familia trabaja para preservar nuestra biodiversidad de tubérculos. Rosa, desde el campo, agradece que el trabajo de la mujer campesina sea visibilizado.
«Soy conservacionista de papa nativa». Así es como se presenta Rosa Melo Quispe, pastora, agricultora y artesana cusqueña, natural de la comunidad campesina de Huallhuaray, en el distrito de Lares, provincia de Calca. Vive en el campo desde niña, y se dedicó siempre a la crianza de animales. Su labor es importante, y así lo reconoce: «Sin el abono natural de los animales, ya sea carnero, alpaca, llama, vacas o cuy no hay agricultura ecológica ni tampoco hay una buena producción de papa».
Julio Hancco es su esposo y quien la introdujo en la tradición conservacionista de tubérculos andinos: hoy su familia tiene más de 400 tipos de papas nativas y como guardianes de esta biodiversidad sienten que su trabajo cada día es más valorado. Lo nota así cuando en tiempos de cosecha grande sale a vender sus papas en el mercado de Lares. Dice que aprendió sobre comercialización en la feria Mistura, cuando en 2016 su hijo Hernán la llevó y tuvieron una gran acogida.
Recuerdo a Rosa en su cocina, en su casa de Pampacorral, hace varios años. Estaría cocinando una sopa de moraya o quizá ese picante de cuy que tanto le gusta preparar. Orgullosa nos presentó el tesoro de su familia: papas multicolor que ella misma seleccionaba como semilla para luego sembrar. El fruto de su trabajo ha sido la educación de sus hijos y ser parte fundamental del emprendimiento familiar llamado Sumac Chips, hojuelas de papas nativas fritas que su hijo Hernán comercializa en la Agroferia Campesina de Magdalena (Lima), donde su cosecha papera, esa de colores llamativos, cargada de identidad, también se ofrece cada fin de semana. A Rosa la vemos hoy más feliz, “están llegando conocer nuestro esfuerzo como mujer campesina, que antes no valoraban”, nos dice. Pero aún hace falta más.
Words Catherine Contreras (IG @caty.conrerasr)
She is a conservationist, shepherdess, and farmer in the Lares district of Cusco. Together with her family, she works to preserve our tuber biodiversity. Rosa, from the fields, is grateful that rural women’s work is being recognized.
«I am a conservationist of native potatoes.» That is how Rosa Melo Quispe, a shepherdess, farmer, and artisan from Cusco, introduces herself. She is from the farming community of Huallhuaray in the Lares district, Calca province. She has lived in the countryside since childhood and has always been dedicated to raising animals. She acknowledges the importance of her work: «Without the natural fertilizer from animals, whether it be sheep, alpaca, lamas, cows, or guinea pigs, there is no ecological agriculture nor good potato production.»
Julio Hancco is her husband, who introduced her to the conservationist tradition of Andean tubers: today, their family has over 400 types of native potatoes, and as guardians of this biodiversity, they feel their work is increasingly valued. She notices this when she goes to sell their potatoes at the Lares market during the big harvest season. She says she learned about commercialization at the Mistura fair when her son Hernán took her in 2016, and they were well received.
I remember Rosa in her kitchen at her home in Pampacorral several years ago. She might have been cooking a moraya soup or perhaps that picante de cuy she loves to prepare. Proudly, she showed us her family’s treasure: multicolored potatoes that she selected as seeds to plant later. The fruit of her labor has been the education of her children and being a fundamental part of the family business called Sumac Chips, fried native potato chips that her son Hernán sells at the Agroferias Campesinas in Magdalena (Lima), where their colorful potato harvest, loaded with identity, is also offered every weekend.
Today, Rosa seems happier. «People are getting to know our efforts as rural women, which they didn’t value before,» she tells us. But there is still more to be done.
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