Ha cumplido 30 años como cocinera profesional, pero son muchos más los que María dedica a la buena sazón en Casa Zúñiga, en Barranco. Hoy, en las aulas universitarias, son sus alumnos los que heredan su sabiduría
Para ella el cielo es el límite y creemos que María es capaz de ir mucho más allá. Por su empuje, por su gran sazón criolla, por esa tremenda capacidad para enseñar. Su casa barranquina es la de todos y la mesa es grande para disfrutar los potajes que prepara con amor
Es devota de la Virgen de Guadalupe. Nunca deja de agradecerle a Dios, a su familia y a sus padres, doña María (huanuqueña) y don Eliseo (un hombre centenario), por ello. María Zúñiga Barbieri comenzó su relación con la cocina ayudando a su mamá, quien trabajó en casa de una familia de renombre. Aunque siempre estuvo a su lado en los fogones, estudió contabilidad y laboró durante 20 años en la Contraloría General de la República. Pero la cocina la llevaba en la sangre, y nunca la soltó. Un día decide dedicarse profesionalmente a ella: hace 30 años que se graduó como cocinera en Cenfotur. Volcó todita su pasión en su negocio de catering criollo e incluso montó un puesto de cocina tradicional en el Parque de la Amistad, que se mantuvo por ocho años.
A María se le conoce por sus tamales, en especial los de garbanzos, suaves y sabrosos. En Casa Zúñiga, su centro de operaciones y cincuentenario comedor, comparte la calidez de su sazón y el arte que tiene para preparar guisos caseros tradicionales (patita con maní, ají de gallina y tantos más). Cada uno de los bocados que le damos a su comida está cargado de historias, nos hacer regresar a casa y conectar con nuestros más hermosos recuerdos. Eso mismo comparte desde hace unos años con sus alumnos, fieles discípulos de su sazón. María es maestra de cocina peruana y apoya en sus tesis a los estudiantes de la Fundación Pachacútec, en Ventanilla; también es docente en la facultad de Gastronomía, Turismo y Hotelería de la Universidad Católica. Ama a sus discípulos y ellos saben valorar es esfuerzo y la generosidad de compartir tanta sabiduría.
Muchos no la vieron, pero en el foro gastronómico T’impuy, realizado en junio pasado en el complejo NOS, ella fue de las primeras en llegar: se remangó la chaqueta blanca y empezó a ayudar poniendo orden allí donde faltaba. María es así, colaboradora, y siempre nos tiene en sus oraciones. Su corazón de madre transmite amor no solo en cada palabra, sino también con tiernos gestos. Ella lo sabe: está siempre en nuestro corazón. La pueden contactar por Facebook o Instagram.
MARÍA ZÚÑIGA BARBIERI: MASTER OF PERUVIAN CUISINE
Words by Jimena Agois (IG @jimena.agois) / Photo Corporación Gastronómica de Popayán.
The sky is the limit for her, and we believe that María can go much further because of her drive, great Creole flavors, and tremendous teaching ability. Her Barranco house is open to everyone, and the table is large enough to enjoy the dishes she lovingly prepares.
She is devoted to the Virgin of Guadalupe. She never stops thanking God, her family, her parents, Mrs. María (from Huánuco), and Mr. Eliseo, a centenarian. María Zúñiga Barbieri began her relationship with cooking by helping her mother, who worked in a renowned family’s house. Although she was always by her side in the kitchen, she studied accounting and worked for 20 years at the General Comptrollership Office. But cooking was in her blood, and she never let it go. One day, she dedicated herself to it professionally: 30 years ago, she graduated as a cook from Cenfotur. She poured all her passion into her traditional Peruvian catering business and set up a food stall in the Friendship the Parque de la Amistad for eight years.
María is known for her tamales, especially the chickpea ones, which are soft and tasty. At Casa Zúñiga, her center of operations and fifty-year-old dining room, she shares the warmth of her flavors and her art of preparing traditional homemade stews (patita con maní, ají de gallina). Each bite of her food is loaded with stories, making us return home and connect with our most beautiful memories. She has been sharing this for years with her students, faithful disciples of her seasoning. María is a master of Peruvian cuisine and supports students of the Pachacútec Foundation in Ventanilla with their theses; she also teaches at the Faculty of Gastronomy, Tourism, and Hospitality of the Catholic University. She loves her disciples, and they appreciate her effort and generosity in sharing so much wisdom.
Many did not see her, but at the T’impuy gastronomic forum held last June at the NOS complex, she was one of the first to arrive: she rolled up her white jacket sleeves and started helping to bring order where it was needed. That’s how María is; she always keeps us in her prayers. Her motherly heart conveys love not only in every word but also in tender gestures. She knows it: she is always in our hearts. You can contact her via Facebook or Instagram
Etiquetas: como contigo, gastronomía, la higuera, mujeres,
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