DESDE COLOMBIA, AMOR PERFECTO POR EL CAFÉ Y LA HISTORIA DE LUIS FERNANDO VÉLEZ
Desde 1997 esta marca está dedicada a resaltar el café de calidad y el trabajo de las comunidades cafeteras en Colombia.
Desde 1997 esta marca está dedicada a resaltar el café de calidad y el trabajo de las comunidades cafeteras en Colombia.
Escribe Daniel Quintero (IG @danielquintero)
Cuando pensamos en café colombiano hay una imagen que nos viene a la mente: Juan Valdez y su mula Conchita, creada como especie de marca país en 1959 en una agencia de publicidad de Madison Avenue (la de la serie Mad Men) por encargo de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) de Colombia. Porque Juan Valdez no es una marca privada, pertenece a la FNC y es un conjunto de más de 500 mil familias productoras. La imagen quedó para el colectivo nacional entero y hoy se asocia a una historia que habla de un grano de altísima calidad. Es el sello del café colombiano. Sin embargo, con la tercera ola (el momento que transcurre desde principios del 2000 cuando se comienza a hablar de orígenes únicos y microlotes) marcas particulares también comienzan a posicionar sus cafés por el cuidado del detalle, el respeto al terruño y los procesos. Una de ellas es Amor Perfecto de don Luis Fernando.
Don Luis Fernando Vélez tenía un negocio de flores secas con una tienda de regalos que se llamaba Amor Perfeito (en portugués). Corría 1992 y en ese momento no se le ocurriría que llegaría a ser una de las personas con mayor influencia en la industria cafetera de su país. Con la excusa de asistir a una feria de flores en Londres, su gran amigo, Alejandro Rengifo, le muestra cómo preparar café en una prensa francesa: la calidad de la bebida en la taza fue extraordinaria, lo que lo incentivó a llevar a Colombia algunas de estas cafeteras y ofrecer a los clientes de la tienda buen café. Con el tiempo y el boca a boca, la tienda se convirtió en un referente para esta bebida, es ahí cuando decide montar una cafetería dentro del almacén de regalos, la cual poco a poco fue desapareciendo para darle paso al café Amor Perfecto.
Como en muchos países de Latinoamérica, lo mejor se exporta y lo que se consume localmente no tiene la calidad óptima. En Colombia ocurría esto bajo el auspicio de una ley conocida localmente como Pasilla y Ripio(*): para poder exportar café se le exigía al productor haber entregado a la FNC el equivalente al 6% del volumen exportado en café de inferior calidad, comprado por el Fondo Nacional del Café para la comercialización interna. Así se les prohibía a las empresas locales comprar, tostar y comercializar granos de alta calidad en Colombia.
Para Vélez esto era difícil de entender y, ante esta situación comienza su cruzada de garantizar que en su país se pudiera consumir el “mejor café del mundo”, que era lo que representaba el café colombiano en el exterior. Esa determinación lo lleva en 1997 a comprar su primera tostadora y microlotes a exportadores que habían excedido el límite de exportación. Cinco años después, en 2002, la FNC decide promover el cambio de la ley usando a Amor Perfecto como referencia, lo que se logra en 2003, permitiendo que las compañías colombianas compren, tuesten y comercialicen granos de calidad para el mercado interno. El momento justo para dar a conocer el café de especialidad.
El interés de don Luis fue más allá del grano, entendía que parte de la calidad dependía de diversos actores: el campo (que produce un grano de calidad), el tostado (que cuida que el grano desarrolle todo su potencial) y el barista, el que sirve el café al consumidor y debe tener la mejor preparación para hacerlo. Desarrolló entonces una Academia del Café, con el objetivo de formar a jóvenes en este mundo y darles herramientas para mejorar su calidad de vida “si dominan el idioma del país a donde van y saben de café, podrán conseguir empleo con facilidad”, nos comentó mientras nos enseñaba el aula donde los alumnos reciben clases que van desde entender el proceso del campo, el tueste y el servido, pasando por cosas que pueden parecer inusuales, como la calidad del agua: “el café el 98% agua, si no tienen un agua de calidad, el café no va a saber bien”.
Los baristas graduados tienen presencia en Colombia y el mundo, expandiendo los conocimientos a España, Francia, Tanzania. Muchos han pasado por su academia, incluso Diego Campos, que logró en 2021 ser el primer campeón mundial de barismo. Originario de Tolima, uno de los departamentos que forma parte del eje cafetero, participó ese año con un café de la marca proveniente de la finca Las Nubes, producido por Julián Holguín en Valle del Cauca. Como dato curioso, los ganadores del segundo y tercer lugar de esa competencia también usaron café colombiano.
En 2020, en alianza con Innovakit y con el fin de acercar el café al consumidor, se creó un método para preparar café, la Olla Amor Perfecto, inspirado en la forma tradicional de preparación de los hogares colombianos. Una taza grande de fierro esmaltado apta para alimentos, con un filtro incorporado de malla metálica y silicona, para preparar el café de calidad de forma fácil, rápida y sostenible. Un diseño moderno que respeta la tradición.
A lo largo de su historia, la marca ha sido una de las más condecoradas en el mundo por sus cafés y sus procesos. El más reciente de estos reconocimientos se lo dio el grupo Roastful que ubicó a Amor Perfecto dentro de los 100 mejores tostadores del mundo para 2024, siendo los únicos latinoamericanos en este listado.
Con El Trinche visitamos su centro de tostado en el barrio San Felipe, Bogotá, y conocimos las instalaciones de enseñanza, reparación de equipos, tueste y almacenamiento de insumos y productos terminados. Hoy la marca ofrece más de 30 cafés diferentes, desde su insignia, un buen café de entrada para el que quiere hacer la transición del comercial al de especialidad, pasando por lo que llaman cafés de caficultor, donde se le da valor al trabajo de un individuo; o el café de origen, donde se resaltan las características del terroir.
Nos adentramos así a la experiencia. El Caturrón lavado de la Familia Campos Roa es el café del campeón Diego Campos y su esposa, con un perfil fácil de entender. Proviene de su finca en el Huila (otro departamento del eje cafetero) y es una mutación natural de la variedad caturra. En nariz es dulce con ligeros aromas frutales, la acidez es media baja con un sabor también dulce a frutas maduras y un cuerpo medio. Perfecto para quien se inicia en el mundo del café de especialidad ya que no es estridente.
Luego probamos un Bourbon Rojo de Wilton Benítez. Este café nos sorprendió, de hecho, volvimos por él en más de una ocasión porque tiene un perfil frutal muy marcado y al beberlo sabe a caramelo de fresas. Vélez nos explicó que Benítez experimenta con el café y ha perfeccionado un método que Amor Perfecto vende como “beneficio avanzado”: un proceso de fermentación controlada con levaduras seleccionadas.
Cerramos con el estupendo Geisha de Domingo Torres. Producido en la Finca El Roble, este café fue reconocido en el Concurso Nacional de Café de Colombia como mejor café exótico, mejor acidez, mejor balance y cuerpo. Es delicado, como todos los Geisha, con aromas a flores y hierbaluisa y una acidez frutal agradable, como a frambuesa. En boca es untuoso y con buen peso. Lo probamos en sifón, como parte de la experiencia de café en Leo Restaurante y luego lo trajimos a casa y lo preparamos en V60, kalita, origami y prensa francesa: por cada método se resaltaban atributos diferentes. Fantástico.
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