LILA TODO EL DÍA, A TODA HORA: AQUÍ SE COME SABROSO
Un ambiente relajado para matar el antojo dulce, pasar por el café mañanero y tener un almuerzo festivo. El menú acompaña desde el desayuno.
Un ambiente relajado para matar el antojo dulce, pasar por el café mañanero y tener un almuerzo festivo. El menú acompaña desde el desayuno.
Escribe Vanessa Rolfini (IG @rutasgolosas) / Fotos Daniel Quintero (IG @danielquintero)
Lila es un espacio para comer y beber bien a cualquier hora del día. Esa es su promesa básica: la cocina enciende fuegos para el desayuno y cierra cuando lo hace la barra. En siete meses ha logrado hacerse de comensales habituales, con un menú donde hay un poco de todo y para todos.
Un kouign amann crujiente y meloso, pastelillo que en esta versión guarda en el centro una suerte de compota de duraznos asados y azafrán abrazadora. O un croque monsieur, sánguche de buen tamaño para gozarlo entero, con salsa blanca o bechamel de ají amarillo que moja un pan tostado y se funde con el queso y el jamón en el gratinado preciso. Lila es un restaurante, una cafetería y un bar, sin embargo, como el clásico axioma: es mayor a la suma de sus partes. Su definición depende de la agenda del comensal, es decir, trabajar, conversar, comer en soledad o en compañía. Tal como sucede con la luz del día, se va adaptando a la hora, al momento y justo ahí radica su encanto, pero también la dificultad para etiquetarlo. Con el chef José Luis Saume al frente, prende fuegos muy temprano en una jornada que culmina ya pasada la media noche.
PRIMER TIEMPO: DESAYUNO
El menú acompaña al cliente durante todo el día, comienza con un desayuno que puede incluir pan con palta (tostón con palta quemada), omelette y huevos preparados de distintos modos, granola de la casa, sánguches o panqueques. Y aunque estos platos forman parte de la propuesta para arrancar, casi todos se pueden ordenar mientras la cocina esté abierta. “Solo voy a lugares donde me siento cómodo y quiero que eso pase aquí –expresa André Bordarampé, uno de los artífices del proyecto–. La intención es que Lila acompañe al cliente”. Entre las recomendaciones ya les contamos sobre el croque monsieur, pero también está la bollería que se renueva cada mañana, obra del repostero Richard Venegas, y en la que resaltan las orejas de chancho, las galletas con chocolate blanco, los panes con queso o con guayaba, además de los jugos de extracto de frutas y el café seleccionado por el barista Ricardo Robles de Bombilla Tostaduría.
SEGUNDO TIEMPO: ALMUERZO, LONCHE Y CENA
Llegado el almuerzo surgen piqueos y entradas como el sánguche vegetariano con palta, elaborado con hummus de pallares, espinacas y cebollas a la brasa, y el de langostinos en tempura. Otras sugerencias son la Lila burger, la stracciatella, las mollejas a la brasa, el pollo frito con salsa picante y la tortilla de papas que viene de la alianza con el proyecto La Gastrónoma. La carta ofrece además ochos platos de fondo y la selección del chef Saume es precisa: atención a las pastas, como la de aglio e olio con broccoli, cuyo golpe de efecto está en la incursión de la bottarga (huevas de pescado secas que se rallan sobre el plato y le brindan un carácter único), o la clásica carbonara, a lo que se suman desde un bife ancho hasta la pesca del día.
TERCER TIEMPO: LA BARRA
Ubicada en el centro del espacio, con una completa carta de cócteles novedosos y clásicos a cargo de la bartender Lizz Díaz (ahí también se encuentran ubicados el café y la vitrina con bollería y dulces). Imposible obviarla. Saume cuenta que la idea de Lila siempre ha sido que la barra y la cocina compartan platos, incluso el mise en place, por lo cual están ya elaborando algunos cócteles clásicos que se sirven como entradas, como las conchas al Bloody Mary o el Rita Hayworth, una evolución de limonada con coco y el extracto verde que, además de manzana, lleva miso de arvejas. Para los que aman la mixología, su propuesta está llena de nombres propios, pero también de clásicos, entonces es posible pedir un dry Martini, un negroni o un spritz, pero también la Penicilina, a base de bourbon, miel de palta, kión y limón; el 2+1 con Campari y cerveza tipo Marzen o el Dirty and Blue con jerez, destilado de caña andino botanizado Salqa y vermú blanco. Una interesante carta de vinos termina de cerrar la aventura.
En calle Miguel Dasso 125, San Isidro / Horario: lunes a sábado de 09:00 a 23:00 horas y domingos de 09:00 a 20:00 horas / Precio promedio por persona sin bebidas fluctúa entre los S/ 40 y S/ 80, dependiendo si eligen desayunar o comer. Hay cócteles desde S/ 29.
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