Escribe Vanessa Rolfini (I. @rutasgolosas) / Fotos Jimena Agois (I. @jimena.agois)
Neira Lab llega a sus cuatro años sirviendo cafés peruanos de especialidad. Una historia que comenzó mucho antes, cuando el barista Harry Neira entendió que a sus clientes les gustaba los granos que selecciona y el tostado que les daba. El resto es buen café, camaradería, empeño, construir una marca y conformar una comunidad.
Harry Neira celebra con bombos y platillos que Neira Lab alcanza sus cuatro años de vida. Sin embargo, esa afirmación hay que ponerla en tela de juicio, porque la historia comenzó mucho antes de abrir el local ubicado en la calle Enrique Palacios de Miraflores, considerando que llevaba casi una década metido de cabeza en el mundo del café, había participado en tres campeonatos nacionales de barismo y en uno mundial representando al Perú. Además, ya vendía café a varios restaurantes de mantel largo, además de formar parte de otros proyectos.
Neira Lab, según palabras del propio Harry, no era una buena idea según algunos expertos, pero asegura que confió en su intuición, el apoyo familiar y que contaba con un discreto capital para comenzar. Y no es que la idea de servir cafés de especialidad fuese mala, los alegatos iban enrumbados al hecho de que la ubicación no era la más idónea. Pero el barista conocía la zona y estaba a pocas cuadras de Café Verde, donde tuvo su primer trabajo en el oficio, afinó sus destrezas y entendió la dinámica de una barra de café de barrio, con clientes frecuentes. “Me siento muy contento porque Neira Lab es una marca que la gente vincula al buen café peruano, además del servicio y productos que ofrecemos en las cafeterías. Ahora el nuevo paso es con N Coffee Studio junto a Chiara Nicolini, proyecto de asesoría para quienes deseen entrar al negocio del café. Nos ocupamos desde el branding, pasando por el entrenamiento, la materia prima, la ubicación, hasta la asesoría. Me ha tomado todo este tiempo llegar hasta aquí, pero siento que es la suma de toda la experiencia ganada”, afirma Neira viendo los años en retrospectiva.
DE SAN JUAN DE LURIGANCHO PARA EL MUNDO
Harry Neira creció en San Juan de Lurigancho, zona populosa de la capital peruana, y forma parte de una familia muy unida que, actualmente, participa casi en pleno en el negocio. El papá de Harry se llama Francisco y se ocupa de la logística, es común verlo de una cafetería a otra procurando que todo esté en su lugar. Por su parte, Carmen Amelia es la mamá del barista, quien ahora se ocupa del proceso de tostado, el cuál aprendió viendo y ayudando a su hijo en casa. Como dato curioso, cuando llegó la pandemia, ante la imposibilidad de ir hasta la residencia familiar donde estaba la tostadora, decidieron probar la posibilidad de hacerlo con instrucciones vía telefónica. Resultó que Carmen había participado tantas veces que cuando le tocó hacerlo en solitario, no necesitó mayores explicaciones.
Sin embargo, la historia de este barista comienza desde su niñez cuando iba de vacaciones a Culebreros, Piura, a visitar a sus abuelos maternos, donde como bien expresa, “lo que querías comer o beber lo sembrabas”, es decir, si querían algo tenían que producirlo y procesarlo ellos mismos. Eso explica por qué tenían su propio cafetal, cosechaban y hacía el proceso de modo manual y casero, a lo que sumaba la elaboración de panes como empresa familiar. Neira narra con emoción sus vivencias de esos años y deja claro que son su primer registro de amor al café, al punto que cuando se enfrentó una máquina por primera vez, su mayor curiosidad nacía de la inevitable comparación constante con los registros de su propia memoria.
Harry comenzó estudiando gastronomía y descubrió rápidamente que no era lo suyo. Pero una práctica en Café Verde le aclaró el panorama en breve. Justo ahí conoció al panadero Jonathan Day, que en ese entonces tenía el Pan de la Chola en Asia, y era asiduo a la barra donde trabajaba Harry. Después de largas disertaciones lo invitó a ofrecer café justo al lado de sus panes frente al mar. El barista dijo que sí sin dudarlo, alquiló una máquina, comenzó a tostar sus propios granos y vivió en la casa familiar de los Day durante los meses de verano que duró esta primera experiencia, de donde regresó a Lima con la firme convicción y confianza para establecer su propio negocio. Además, le ocurrió otro hecho muy importante, cuando el chef Rafael Osterling, en una nota escrita a mano (que Neira aún conserva), le pidió que se ocupara de proveer el café para sus restaurantes.
De ahí en adelante, varios proyectos y clientes fueron la sustancia que, llegado el momento, le dieron forma a Neira Lab en 2017. Desde el primer momento se mantuvo lleno, resultó una cafetería con ambiente cercano, casi íntimo, donde hizo en poco tiempo un cuerpo de asistentes presentes, incluso alguno se atrevió a asistir en pijama. En la barra estaba la primera máquina de café que compró Neira y que durante algunos años estuvo en su propia habitación que le cedió al café, donde practicó, practicó y practicó hasta tener el nivel necesario para ser campeón nacional de baristas en 2014, que lo llevó al mundial realizado en Rimini, Italia, a representar al Perú. Como dato curioso, esa máquina aún está activa, y después de un proceso de mantenimiento y pintura, es la que está en su nueva barra de la calle Víctor Maurtua en San Isidro, a pocos pasos de la calle Dasso.
CAFÉ EN TÉRMINOS PROPIOS
En la barra de Neira Lab se han formado y trabajado baristas que hoy tienen proyectos propios y otros siguen allí. Tales son los casos de Mauricio Rodríguez (campeón nacional en 2017), Yahir Mieses, Luis “Chinchín” Sánchez, Josip Curich, David Gonzales, Jimmy Conde, Yosselin Córdova, Lourdes Antinori, María Alejandra M., Ross de La Rosa, Jessica Galvez, entre otros. A lo que se suman los postres de Patty Ku y la bollería de Rebeca Dondero. Incluso, llegaron a hacer una barra de chocolate blanco con trocitos de café tostado junto a la extinta marca Cocama.
Actualmente, ofrecen sus tres blends llamados Chabela (80% café Cajamarca, 10% Cusco y 10% Villa Rica), Camucha en honor a la madre de Harry (50% Cajamarca, 50% Villa Rica) y Quédate en casa, que nació durante el confinamiento producto de la pandemia (50% Cajamarca, 25% Villa Rica, 25% Amazonas). Todas las etiquetas mencionadas se pueden comprar en grano o molidas, según la exigencia del cliente que dice cual método de elaboración utilizará en casa.
Próximamente abrirá dos barras más, pero en el formato que tiene en San Isidro, es decir, un lugar de paso, para pedir el café para llevar o tomarlo fuera en una terracita o de pie. “Quiero que la gente venga a Neira con la idea de que el café es rico, que lo disfruten, es un lugar para estar con los amigos. Me ha tomado más de 10 años decir que este es mi sueño, lo que quiero hacer”, expresa Harry, quien para la celebración de los cuatro años del Neira Lab tiene toda una suerte de actividades programadas que se pueden seguir por las redes sociales.
Etiquetas: café, harry neira, neira lab, productores, café peruano, delivery, cafeterías, cuarentena, aperturas
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