PARA QUERERLO UN POCO MÁS, O AL MENOS, UN POCO: EN EL NOMBRE DEL BUEN APIO Y LA ENSALADA WALDORF
Al apio simplemente lo disfrutarán. Y se guiarán no por gente lenguaraz, sino por lo que dicta la Tabla Peruana de Composición de Alimentos.
Al apio simplemente lo disfrutarán. Y se guiarán no por gente lenguaraz, sino por lo que dicta la Tabla Peruana de Composición de Alimentos.
Escribe Tica Conraju / Foto Portada Daniela Paola Alchapar
Crocante y fibroso, háganle un espacio en la mesa familiar al apio. Quizá no se llevará el protagonismo dentro del menú, pero sí asumirá un correcto papel secundario allí donde lo incluyan.
No dirán el nombre del apio en vano. Tampoco lo entronizarán en nombre de la salud, como suele hacer Anthony William, autodenominado Medical Medium, el hombre que reconoce que no es médico y que dice hablar con un ente llamado Spirit para “diagnosticar” males y curarlos. Él usa el apio y lo ha recomendado hasta en su Celery Juice Challenge. No le hagan caso a quien se publicita como uno de los autores bestseller del The New York Times y creador del Global Celery Juice Movement. La ciencia no lo avala, al menos eso es lo que dicen muchos especialistas.
Un artículo de la BBC advierte sobre el peligro de seguir a estos llamados «influencers de la salud»: si la gente sigue sus recomendaciones -dice la nota- los pacientes podrían dejar de buscar los consejos de personal médico cualificado. Cierto. Porque creerse eso de que el apio ayuda a curar la fibromalgia o que el jugo del Apium graveolens alivia el cáncer y la diabetes, vamos.
Al apio simplemente lo disfrutarán. Y se guiarán no por gente lenguaraz, sino por lo que dicta la Tabla Peruana de Composición de Alimentos, desarrollada por el Centro Nacional de Alimentación y Nutrición, que en su versión 2017 dice que en 100 gramos de apio sin hojas encontramos 8 kilocalorías de energía, 94 gramos de agua, 1 gramo de proteínas, 0.2 gramos de grasa total, 3.8 gramos de carbohidratos totales, 1 gramo de fibra cruda, 2.8 gramos de fibra dietaria. Pero además, el apio es rico en potasio y calcio, en sodio y fósforo; contiene vitaminas A y C, y también algo de hierro.
No solo recomendado para quienes buscan milagros dietéticos, el apio –cuyo origen es Mediterráneo- contiene apigenina, la llamada “kriptonita” que debilita las células cancerígenas, de ahí que muchos recomienden su consumo (pero ojo: no cura el cáncer). También es buena fuente de antioxidantes: son al menos 12, según Healthline.com, y a ellos se suman fitonutrientes, que ayudan a reducir la inflamación (y por eso lo consumen quienes tanto tienen artritis como quienes sufren de mala digestión).
En el Perú tenemos apio todo el año. La planta de tallos herbáceos que supera los 30 cms. de altura es de clima templado y, por eso, está presente casi siempre: en extractos y jugos, en sopas; en los sanguchitos de pollo cumpleañeros, si da en el gusto del agasajado o agasajada, y también en las ensaladas navideñas. Una gruesa rama también ayuda durante la cocción del pulpo, y da ese toque de sabor a la pechuga de pollo que luego deshilachamos para el ají de gallina.
¿Cómo elegir la mejor pieza de esta hortaliza? Primero, prefieran los apios de tallos más robustos y erguidos. Aquellos que tienen hojas verdes y no amarillas (no descarten las hojas, que bien lavadas, servirán para una ensalada o la sopa). Aunque es un vegetal recio, que soporta bien el tiempo en la refrigeradora, su tiempo de duración ideal es de una semana. Recomiendan picarlo justo antes de usarlo crudo, para conservar mejor sus nutrientes; y si la idea es cocinarlo, pues el vapor es buen aliado porque mantendrá todo su sabor.
INGREDIENTES
PREPARACIÓN
Jimena Agois: «disfruten y me cuentan como les quedó la receta. Si les sobra, córtenlo en cuadrados gruesos y preparen un chaufa con las sobras».
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