ES TEMPORADA DE OCA: SI LA CONSIGUEN EN EL MERCADO, ¿QUÉ HACER CON UNOS KILOS?
Un buen día, de pronto y sin previo aviso, un visitante nos trae como obsequio algunos kilos de oca de diferentes variedades. ¿Qué hacer con la oca?
Un buen día, de pronto y sin previo aviso, un visitante nos trae como obsequio algunos kilos de oca de diferentes variedades. ¿Qué hacer con la oca?
Foto Jimena Agois (jimena.agois) par Perú, El Gusto es Nuestro
Un buen día, de pronto y sin previo aviso, un visitante nos trae como obsequio algunos kilos de oca de diferentes variedades. La cocina recibe con mucho entusiasmo y curiosidad el regalo viajero, pero se pregunta —con toda razón—: ¿qué hacer con la oca? Lo último que debemos temer con la oca es la aridez de ideas, pues este tubérculo es tan versátil que permite un sinfín de platillos dulces, salados, fríos o calientes. En pocas palabras, un festín asegurado.
Según las coordenadas en las que nos encontremos, los nombres de las diferentes ocas pueden variar, pero a grandes rasgos, existen las siguientes variedades (y colores):
GUISOS Y PURÉS
Las posibilidades serán muchas y tan diversas como los tipos de oca que tengamos en frente. Pero posiblemente, entre nuestras primeras opciones estarán los guisos. Es normal pensar en ellos pues la oca es casi una prima cercana de la papa y, por supuesto, puede ser un reemplazo espléndido de la reina de nuestros tubérculos.
Un poco más pequeña que la papa, pero de tantas formas y colores como las nativas, la oca puede ser blanca, amarilla, naranja, roja, morada o negra. Sin embargo, su sabor es sustancialmente distinto pues parte de su proceso implica el soleado posterior a la cosecha y, cuando la oca toma sol, sufre cambios fundamentales (y suculentos): los carbohidratos se van transformando en azúcares a medida que pasan los días y esto le otorga un sabor más dulce.
Otra alternativa casera podría ser el nutritivo combinado de oca: zapallo y oca hechos puré y combinados con sangrecita de pollo, leche evaporada, mantequilla y chancaca. Delicioso y alimenticio, especialmente para los niños. Para un ajiaco de oca, en cambio, se aplasta con tenedor la oca con papa amarilla, ambas sancochadas, y se ponen a fuego lento con aceite de oliva, sal, pimienta y queso fresco.
AL HORNO
Hacer pan de oca no es nada complicado: basta con añadir ralladura de oca (previamente bien lavada) a la harina y mezclar la masa con huevos, levadura, leche y margarina. Antes de hornear, hay que dejar que la masa repose una media hora.
AL NATURAL
Probablemente sea la forma en la que más nos guste y la que nos permite acompañar carnes, guisos de olla. La oca, previamente tendida al sol, puesta al horno y luego servida con aceite de oliva, sal y pimiento, es un manjar de dioses. Natural y sin remordimientos.
¿Y LAS OPCIONES DULCES?
¿Qué tal un suspiro de oca aprovechando el puré de la oca sancochada? Se añaden seis yemas de huevo al manjar blanco logrado con la cocción de leche evaporada y leche condensada. El merengue se hace aparte, por supuesto. ¿O una mermelada de oca con manzanas verdes? La oca sancochada y triturada se mezcla con manzana rallada y jugo de limón en cocción lenta y en constante movimiento. ¿Una mazamorra de oca? Oca sancochada y licuada, añadir chancaca, azúcar, canela y vainilla. La versatilidad de este tubérculo es impresionante y nos regala tantas opciones deliciosas que deberíamos empezar a considerarla más como una residente que como una visita en nuestras cocinas.
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